Casi en cualquier esquina ya es común observar el asfalto desgranado, desprendido del suelo, y al lado el correspondiente bache. Esto, más allá el pozo, genera un peligro para la circulación de vehículos, que ven complicada la tarea de frenar sobre las piedritas.
También se escucha a menudo el ruido de los autos escarbando sobre ellas a la salida de algún semáforo.
El intendente Miguel Lifchitz ya aclaró que “reparar el deterioro de pavimentos” estará dentro del plan de obras que se prevén para Rosario una vez que bajen las aguas y el tiempo lo permita.