Damián Schwarzstein/Opinión

Parece mentira que el gobierno provincial se haya metido en una crisis política por un partido de fútbol. Leandro Corti, el hombre que renunció a la cartera de Seguridad porque se sintió desautorizado cuando el gobernador Antonio Bonfatti dio vuelta su decisión y resolvió aceptar que Patronato de Paraná y Central jueguen en Paraná, no era un funcionario más; se había convertido en la cara visible de una política activa en un área más que sensible, en la que la administración provincial decidió tomar un rumbo determinado y cambiar el de la gestión anterior, también socialista, que prefirió hacer la plancha y plantear que la inseguridad era una sensación.

Ese nuevo rumbo incluía la decisión de asumir el control político de la policía, con la convicción de que parte del problema del aumento de los crímenes y de los enfrentamientos entre bandas de narcos que vienen dejando un reguero de muertes en la zona sur de Rosario pasaba, justamente, por el rol que cumplía la fuerza de seguridad.

Este lugar de Corti, más allá de sus errores, fue reconocido por algunos sectores de la oposición. La siempre crítica diputada provincial María Eugenia Bielsa, por ejemplo, lamentó, en diálogo con el programa Radiópolis, de Radio 2, su renuncia. “Lo lamento mucho; lamento que haya renunciado. El tema de la seguridad es complejo y la relación con la fuerza de seguridad es difícil. Más allá de los aciertos y errores, me parece que estaba intentando trabajar en profundiad el tema”, afirmó.

Por su parte, el ex concejal justicialista Fernando Rosúa, que trabajó en el tema seguridad durante la gestión Obeid cuando su padre, Roberto Rosúa, fue ministro de Gobierno, opinó en su perfil en Facebook: “La renuncia del ministro Corti es una mala noticia para los santafesinos. Era un funcionario comprometido con una política de transformación de la fuerza policial. Lamentablemente el episodio nos demuestra que el gobierno provincial no registra la gravedad del problema de seguridad en la provincia y se da el lujo de destratar a un funcionario clave”.

Desde el gobierno provincial, en tanto, sostienen que se intentó hasta último momento retener a Corti, que el ahora ex ministro no había sido desautorizado por el gobernador porque al cambiarse la fecha del partido –y haber un día en el medio con el que debe jugar Unión también en Santa Fe– se modificó el escenario en el que él había dicho que garantizar la seguridad de Central-Patronato era imposible, y que aún ayer el respaldo de Bonfatti era total.

Evidentemente el ahora ex funcionario no lo vivió así, y efectivamente se sintió desautorizado, justo un día antes de tener que ir a responder a la Legislatura por la situación de inseguridad. Entonces, se plantó en su paso al costado.

El fútbol es un fenómeno que tiene un peso enorme en esta sociedad, que influye como pocas cosas en su humor y que es capaz incluso de romper la lógica de los alineamientos políticos. Corti no lo dimensionó cuando se emperró en que era “imposible” mudar el partido en Santa Fe, y hasta concejales y legisladores socialistas que defendían su acción en materia de seguridad, y asumían por lo bajo que mejoró la floja gestión anterior, le salieron al cruce.

Pero lo que lo terminó de dejar solo, a contramano incluso del gobernador, fue que Norberto Speciale haya vinculado la decisión –ahora revertida– de no permitir que Central jugara en Santa Fe con el hecho de que Antonio Bonfatti es hincha de Newell´s. Acaso tampoco el presidente canalla haya dimensionado antes de eso el peso que el fútbol puede tener sobre la política.