Desde que se fue vendido a Inter de Porto Alegre, el delantero de Hughes se la pasó añorando sus tiempos rojinegros. En Brasil no rindió lo que esperaba y por eso aceptó irse a Inglaterra, donde una lesión lo dejó en inferioridad de condiciones en relación a sus compañeros y sólo pudo conjugar el verbo sufrir.
Por eso, Nacho no se cansó de repetir que quería jugar otra vez en el Coloso. La dirigencia encabezada por Lorente recogió el guante, realizó una oferta formal por la mitad del pase, que Sunderland tasó en 5 millones y medio de dólares y estaba a la espera de la respuesta. Que llegó del lado menos esperado.
Porque el órgano fiduciario encargado de revisar las cuentas, a través de la famosa protección judicial, le negó a la comisión directiva la autorización para realizar ese gasto, aduciendo que el club no estña capacitado para afrontarlo. Lo que le corta a la directiva el campo de acción y deja atada a alguna otra maniobra financiera la posibilidad de darle el gusto a Nacho y a los hinchas.