El operativo de rescate más grande que se recuerde en el monte Aconcagua, de 6.962 metros de altura, terminó con el guía muerto y los tres escaladores italianos en grave estado. Todos habían sobrevivido dos noches críticas sobre el Glaciar de los Polacos, cerca de la cumbre Norte, con temperaturas de entre 18 y 25 grados bajo cero.
De acuerdo a lo publicado por el diario Clarín, una andinista, también italiana, murió. Los demás sufren congelamientos, agotamiento, hipotermia y deshidratación. El más grave era Federico Campanini, el guía, que fue hallado descompensado e inconsciente y no pudo resistir la situación.
Los escaladores fueron sacados penosamente de un emplazamiento de hielo y rocas situado en los 6.700 metros de altura. La visibilidad en ese momento era de sólo 10 metros. Anoche estaban siendo ubicados en un campamento armado al lado del refugio Independencia, a 6.300 metros. Campanini estaba tan mal, que mientras era auxiliado debió ser subido otra vez a la cima.
En el Consulado italiano en Mendoza identificaron a las víctimas como el argentino Federico Campanini (31 años), guía experimentado y paramédico y los italianos Mirko Affasio (39), Marina Attanasio (38) y Matteo Refrigerato (35). Según indicaron fuentes oficiales, Elena Senin (38), es la víctima fatal.
Una sexta integrante de la expedición, Antonella Targa de 50 años y también italiana, salvó su vida porque cuando subían a la cúspide, desistió de seguir al observar el mal tiempo.
Los andinistas italianos habían contratado en Roma al guía mendocino, que estaba radicado en los EE.UU., pero concretaron el viaje a través de la empresa chilena Azimut 360. La tragedia comenzó a gestarse cuando la expedición inició la subida desde el campo base Plaza de Mulas (4.280 metros) por la ruta noroeste o de los refugios, la menos difícil y, por eso mismo, la más transitada.
Pisaron la cima a una hora desaconsejada: las 16.30 cuando siempre se recomienda llegar a las 12 o a más tardar a las 14. Una de las italianas, Antonella Targa, volvió a Nido de Cóndores y los demás quedaron atrapados por una tormenta que les impedía toda visión.
Esa fue la razón por la que equivocaron el rumbo. Ya agotados, en vez de retomar la Gran Canaleta, se metieron en el Glaciar de los Polacos, una lengua de hielo de casi mil metros en donde se registraron las mayores tragedias del Aconcagua.
Cuando habían descendido unos 300 metros, dos de los montañistas italianos no advirtieron un cambio de pendiente y resbalaron, cayendo alrededor de 20 metros. Uno de ellos se partió la cabeza y murió. El cuerpo quedó en un sitio inaccesible. El otro sufrió una fractura. Entendieron que no podían seguir porque existía el riesgo de perder la vida y por eso decidieron parar.
Habían dejado sus mochilas con el equipo de vivac al pie de la Gran Canaleta, mientras subían, para aliviar el peso. Con lo puesto, aunque arropados con buen abrigo, se dispusieron a resistir a la intemperie en un estado de agonía.
Campanini se comunicó por radio al hacer cumbre para informar que los había tomado una tempestad, y cuando tuvieron el accidente. Ahí reveló que había muerto uno de sus clientes. Lo que vendría luego sería su propia muerte.