Esta noche la pantalla chica se recalienta con el regreso del caño al segmento “Bailando por un sueño” conducido por Marcelo Tinelli. En tan sólo un año, el erótico baile no sólo pasó de los reductos nocturnos a la mesa familiar de la mano de tevé. También llegó como inquietud a los consultorios de algunos profesionales locales. “Muchas jóvenes –contó la sexólogoa Sandra Laporte– trajeron la demanda de varones que empezaron a insistir a sus parejas con representaciones como las que veían en la tevé”.
Esta noche el caño vuelve a relucir en la pista de baile de Showmatch. Conocida como pole dance, la técnica propia de las wiskerías y cabartes, se hizo más accesible al imaginario colectivo desde su aparición con Tinelli.
El año pasado el programa alcanzó picos de rating de 30.6% gracias a las galas que se desarollaron en torno al elemento fálico. Pero además, lo que subieron fueron las consultas a especialistas por esta tendencia.
Hace un año y a partir de la difusión televisiva del baile del caño, Laporte recibe en su consultorio inquietudes de algunas mujeres acerca de estas innovaciones eróticas. Laporte asegura que desde que se popularizó el baile “hubo mujeres que llevaron la preocupación de tener que satisfacer a esus parejas con esa técnica” con esa destreza corporal. “El problema de estos casos refleja que nos quedamos solamente en lo visual y nos olvidamos de lo vincular”, apuntó la especialista.
Delivery sexual
En tiempos en que las cuestiones sexuales se destapan y se sirven casi con la misma rapidez que la de un delivery –proliferan las tortas eróticas, la venta directa de juguetes sexuales y los striper para animar cenas de mujeres o despedidas de solteras- cabe la pregunta acerca de una nueva revolución sexual.
Para la sexóloga Sandra Laporte, este fenómeno “pone al alcance cosas que antes se buscaban en los libros a escondidas”. “Ahora, la lencería erótica y los disfraces están a mano y no hay que buscarlos en la oscuridad de los sex shops. Pero de todas maneras falta mucho por hacer en el aspecto sexual. No hay una educación para el adulto y todavía circulan muchos mitos y prejuicios sobre el sexo”, explica Laporte.
A pesar del auge de estas tendencias, Laporte interpreta que sigue faltando un lugar para evacuar dudas y hacer circular la información en esta materia. “A pesar de todo esto, los hombres siguen sin entender muy bien cómo funcionan las mujeres y viceversa. Se sigue creyendo que el orgasmo es algo automático y natural”, añade.
Aunque ve en este destape de liberación y creatividad aspectos positivos, Laporte sostiene que faltan espacios donde las personas puedan educarse sexualmente. “Uno de los últimos espacios lúdicos que nos quedan a los adultos es el del sexo, y para entregar el cuerpo y divertirnos también hay que saber cómo hacerlo”, postula.