Virginia Giacosa
Sin barra de bebidas ni música disco la explanada de Córdoba y Moreno igual estaba colmada. El tránsito quedó interrumpido a lo largo de la hora y media que duró el acto y los que no pudieron encontrar un hueco para colarse en la terraza se apostaron en el medio de la calle para no perderse la ceremonia de posesión del edificio que a partir de hoy será del Museo de la Memoria. “Parece un sueño”, “Al fin llegamos hasta acá”, “Hay que entrar a nuestro lugar”, fueron las frases repetidas cuando militantes de Derechos Humanos, funcionarios y Madres de Plaza de Mayo se abrazaron. Pese a las idas y vueltas por obtener el espacio que perteneció al Comando del II Cuerpo de Ejército y donde luego hubo un bar temático flotaba en el aire de la noche la tranquilidad que deja una tarea cumplida.
Lágrimas en los ojos, manos conmovidas plegadas en el pecho, ese escalofrío que recorre todo el cuerpo y que llamamos emoción y la certeza de estar asistiendo a un día esperado desde hace largo tiempo. Todo eso se sintió durante el acto, tan justo como emotivo, que se enmarcó en la conmemoración del aniversario del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.
Pasadas las 19.30 y luego de la proyección de imágenes documentales sobre la fachada del edificio se dio comienzo al acto. El gobernador, Hermes Binner, la vicegobernadora, Griselda Tessio, el ministro de Gobierno y Reforma del Estado, Antonio Bonfatti, el ministro de Justicia y Derechos Humanos, Héctor Superti, el intendente Miguel Lifschitz y gran parte de su gabinete, los ex concejales Daniel Luna, Rafael Ielpi y Roberto Bereciartua (impulsores de la ordenanza que propuso la instalación del museo en esa esquina), el diputado Eduardo Di Polina (autor del proyecto de expropiación del edificio), el obispo Federico Pagura, las Madres de Plaza de Mayo, entre otros, estaban entre las filas iniciales.
La primera oradora fue la Madre de Plaza de Mayo, Chiche Massa, que no dejó de lado la mención a la lucha que comenzará a partir de ahora. "Como ya pasó estos años, sabemos que va a haber opiniones a favor y en contra, pero la tarea que no se hace es la que se abandona", animó Chiche, madre de Ricardo, estudiante de Medicina desaparecido en la última dictadura militar. Con palabras sencillas, la mujer no tardó en emocionar a los presentes y cuando terminó su mensaje fue despedida con un ya clásico canto militante dedicado a ellas: "Madres de la Plaza, el pueblo las abraza".
Luego hablaron Iván Hernández Larguía, miembro de la comisión directiva del Museo de la Memoria, y el director de la entidad, Rubén Chababo. "Este tipo de espacios son de rituales restauratorios, sirven para sanar aquellas heridas cuando el Estado vulneró de tal forma el alma y el corazón de tantos argentinos. Igual que los juicios que se están llevando a cabo en nuestra provincia", señaló Chababo. Y la secretaria de Derechos Humanos, Rosa Acosta, hizo entrega de las primeras copias —donadas al museo— de las causas que se están llevando adelante en Santa Fe y Rosario por delitos de lesa humanidad cometidos durante la útima dictadura.
"El museo estará atento al dolor y exterminios pasados, pero también estará con oído abierto a las injusticias de la actualidad", expresó Chababo al tiempo que animó a la sociedad rosarina a hacer propio el espacio.
Perdido entre la gente y a modo de sorpresa para los que no lo habían visto deambular por el interior del edificio, subió al escenario, sin mediar presentaciones, el cantante rosarino Juan Carlos Baglietto, que entonó el himno nacional. Si hasta ahí el llanto había sido contenido, bastó escuchar las primeras estrofas para que aún a los funcionarios más cuiadosos de la primera plana del gobierno, sus asesores y gente de prensa les comenzaran a brillar los ojos.
Por último, se invitó a todos los presentes a recorrer las instalaciones del edificio. Celulares, cámaras digitales y filmadoras hogareñas registraron cada rincón de los que se podía acceder, en lo fue el primer acto del museo, hasta su inauguración oficial en diciembre de 2010.