La iniciativa denominada “Prácticas filosóficas en contextos culturales populares no formales” nació bajo la dirección y el impulso de la titular de la Cátedra de Didáctica de la Filosofía, Cristina Rochetti, a quien siguieron entusiasmados alumnos y profesionales recién recibidos.
La experiencia fue clave para los extensionistas. Cuentan que aprendieron, que se enriquecieron con nuevas visiones de la vida y del mundo y con respuestas creativas que salían de boca de niños, de jóvenes y adultos. Y que lograron establecer lazos, que son una puerta abierta para emprender otros desafíos.
“La idea fue trabajar con los relatos populares, con los valores, siempre con un espíritu de intercambio de saberes”, recalcó Rochetti. La elaboración y posterior puesta en marcha de la iniciativa les permitió poner en práctica muchas de las ideas que trabajaron en el proyecto de investigación “Filosofía, Escuela y Experiencia Sí”, dirigido por Rochetti.
Los fondos que aportó la universidad permitieron a los profesores y estudiantes trasladarse hacia esas comunidades e iniciar una serie de encuentros con los pobladores, que primero mostraron cierta reticencia, pero luego les abriendo las puertas.
La distancia que debían recorrer en micro fue una de las dificultades con las que se encontraron profesores y estudiantes, pero eso no logró quitarles entusiasmo.
Las temáticas fuertes en los encuentros fueron las posibilidades educativas, tanto a nivel secundario como universitario de los adolescentes, sus intereses y relaciones de pertenencia, siempre con la idea de construir en conjunto.
“Salimos fuera de la academia a buscar filosofía en las prácticas cotidianas, a actualizarnos en otras concepciones del mundo y de la vida. No consideramos que exista un solo sentido unificador, sino más bien sentidos ocultos en distintas relaciones de poder y de desigualdad y muchas veces son estas relaciones de poder las que ocultan la diversidad y silencia voces tan ricas como las académicas”, recalcó Leonardo.
Paola Barros, una de las jóvenes que participó en los encuentros, calificó a la experiencia como muy buena, por la comunicación y la fluidez que lograron en el grupo. Señaló que trabajaron sobre sus expectativas, proyectos y cómo hacerlos realidad.
Paola reconoció que al principio les asustó un poco la palabra filosofía, pero que entendieron que lo único que se buscó era que cada uno aportara su punto de vista y sus conocimientos.
Andrea Suárez Fassina, docente de grado universitario en Filosofía, aseguró que la labor en el comedor les dejó la experiencia de una infancia rica. “Escuchamos un sinfín de historias, sugerencias, preguntas. Pudimos apreciar que los niños no siempre deseaban responder lo que nosotras preguntábamos y tampoco preguntar lo que nosotras deseábamos que preguntasen, sino que aprovechaban nuestra actitud de escuchar para decir, con total libertad, lo que tenía ganas, explicó la profesional.
Fuente: UNCuyo