El lunes 9 de abril quedará en la historia para la provincia de Santa Fe. Se condenó por primera vez a una banda considerada numerosa y de mucho peso en Rosario por cometer delitos graves, entre ellos, homicidios, balaceras, amenazas, lesiones y usurpaciones. Si bien se los apuntó siempre por narcotráfico –competencia de la Justicia federal–, no fue el delito que llevó a varios integrantes a estar tras las rejas. Los líderes de esta organización, Ramón Machuca y Ariel Máximo “Guille” Cantero, recibieron 37 y 22 años de prisión efectiva respectivamente. De las 25 personas que llegaron al juicio que se inició el 21 de noviembre pasado, 19 recibieron sentencia y seis fueron absueltos “por el principio de la duda”. 

Desde el bar de la esquina de Virasoro y Sarmiento se apreciaba la antesala de una jornada que iba a pasar a la historia. Pero para el barrio era una mañana más. Una cola de gente que esperaba a pagar los impuestos frente al edificio de justicia miraba un tanto asombrada la cantidad de periodistas y camarógrafos a las corridas y a policías por doquier. Un camión hacía maniobras para ingresar de culata en una distribuidora para dejar la mercadería que trasladaba, y su conductor miraba para los costados, como no interpretando qué tenía enfrente de sus ojos. Vecinos ingresaban y salían de la verdulería por calle Sarmiento; otros apurados se dirigían al hospital Italiano. Todos pasaban. Todos miraban. 

De golpe, a las 10.10 una caravana de patrulleros ingresó rápido y con bochinche por calle Rueda entre Mitre y Sarmiento, donde está uno de los accesos del estacionamiento, por el que se ingresa después al edificio. Era trasladado Máximo Ariel “El Viejo” Cantero. Había sido llevado “por la fuerza”, según informaron en el lugar, ya que no quería presentarse –como lo hizo en la mayoría de las audiencias del juicio oral y público por una cuestión de salud–. Frente al ingreso de la prensa, por calle Mitre, se podía leer al lado de una publicidad electoral: “Vienna narco, socio de Luis Paz”. 

A las 10.45 ya estaban casi todos los imputados sentados en los lugares asignados para esperar la lectura del fallo de primera instancia, salvo los que estaban detenidos en unidades penitenciarias. Camarógrafos, periodistas y fotógrafos esperaban en sus ubicaciones la llegada al recinto de los imputados. A las 10.49 ingresaron sonrientes y cautos los fiscales, encabezados por Gonzalo Fernández Bussy y Luis Schiappa Pietra. En ese mismo minuto, fue escoltado y trasladado por la Policía “Guille” Cantero a su silla. Después fue el turno de El Viejo, que lució un conjunto de jogging y buzo negro de marca Adidas. Se sentaron detrás de sus defensores, en un banquillo donde no estuvieron durante todo el debate. Ahora estaban más cerca del tribunal que iba a determinar qué pasaría con ellos.

A las 10.50, Jorge Emanuel “Ema” Chamorro y Ramón Ezequiel Machuca, alias Monchi Cantero, fueron llevados al lado de El Viejo y Guille. Luego fue el turno de Leandro “Gordo” Vilches, Andrés “Gitano” Fernández, Walter Jure y Mariano Salomón. Éste último junto al “Viejo Pájaro” fueron los únicos que llevaban puesto un jogging. Todos los detenidos que entraron en la sala lo hicieron con chalecos antibalas, como sucedió en todas las jornadas del juicio. 

El último en ingresar en la sala fue Cristian Floiger, el policía que prácticamente había quedado fuera del juicio porque la Fiscalía desistió de acusarlo en los alegatos de clausura. La sonrisa se imponía en el interior de la sala. Contrastaba con el resto de los que llevaban ceños fruncidos, piernas inquietas y miradas perdidas. Era el único que no tenía los nervios que se perciben antes de una situación de este tipo. Cuando faltaba un minuto para las 11, los jueces María Isabel Más Varela, Ismael Manfrin y Marisol Usandizaga encararon las sillas que ocuparon desde el 21 de noviembre hasta el 27 de marzo con el receso judicial de por medio.

Una particularidad ocurrió al momento de la lectura del fallo. Un imponente rayo de sol partía a la mitad la sala. Iluminaba a Más Varela y a Manfrin únicamente. Éste último, comenzó a las 11.01 a leer el fallo. 


Manfrin anunció 37 años de prisión para Monchi Cantero. Los semblantes de quienes estaban sentados en el recinto cambiaron bruscamente. Las declaraciones de que la Fiscalía “no tenía nada” contra Los Monos pareció haberse esfumado en un suspiro. Fue un apagón de gestos, de señas, de los imputados. Los 22 años para “Guille” Cantero fueron el golpe de nocaut. Mientras, El Viejo Cantero no paraba de jugar con los dedos de sus manos. La inquietud aumentaba y la lectura avanzaba. Cada pena parecía una bala en el cuerpo de los condenados. También de los absueltos, como el caso de Germán Herrera, que, al conocer la decisión, respiró profundo, miró hacia abajo y largó un llanto contenido durante años.

Lo resuelto por el tribunal, 19 condenas y seis absoluciones, fue visto con buenos ojos por la Fiscalía. A este contexto se suman las 11 personas ya sentenciadas a través de procedimientos abreviados en 2015. Los montos de las penas estaban dentro de lo previsto para quienes acusaron a los imputados. Más allá de las apelaciones que tendrán lugar desde mayo, cuando se conozcan los fundamentos y comience a correr el plazo para presentar los recursos, la condena de primera instancia les pareció estar acorde a las pruebas que se ventilaron en el segundo piso del Centro de Justicia Penal. 


De quedar firme la sentencia de primera instancia por un Tribunal de Alzada, ocho personas más quedarán detenidas: Juan José Raffo; Omar Lescano; Sergio Blanche; Ángel Avaca; Diego Cárdenas; Eduardo Enriquez; Waldemar Gómez; y Roberto Otaduy.

Quienes ya están tras las rejas son: Ramón Machuca; Guille Cantero; Jorge Chamorro; Leandro Vilches; Mariano Salomón; El Viejo Cantero; Andrés Fernández; y Walter Jure. En tanto, Juan Delmastro cumple arresto domiciliario.

Las escuchas de los imputados los llevaron prácticamente a la condena y esa fue la base de la acusación"

Algo dejó en claro el tribunal del juicio: más allá de desprolijidades, errores o irregularidades que pudieron existir en la instrucción llevada a cabo por el juez Juan Carlos Vienna, las escuchas de los imputados los llevaron prácticamente a la condena. Y esa fue la base de la acusación. También quedó establecido que aún no se conoce quiénes mataron a Martín “Fantasma” Paz aquel 8 de septiembre de 2012, cuyo crimen dio origen a esta causa que acaba de cerrar recién su primer capítulo.

Pero hay otros que van a comenzar a escribir en este libro que salió a la venta este lunes. Porque ahora es el turno de la Justicia federal, aquella que a su ritmo jamás apagará un incendio. Causas como Los Patrones –donde 32 personas vinculadas a Los Monos irán a juicio acusados de vender droga–; la de lavado de dinero del sindicalista del Soeme Marcelo Balcedo –donde algunos condenados irán a indagatoria en mayo– son algunas de las que avanzaron mientras se desarrollaba el juicio, como si fuera casualidad, como si hubiese sonado el despertador después de un letargo que duró años.

Este lunes ya quedó en la historia en la ciudad donde todo pasa; donde las muertes y la violencia siguen presentes; donde el narcotráfico penetró hasta la raíz de esta sociedad. Los Monos son una banda, pero no la única. También es preciso saber quiénes están detrás de la sangre que continúa manchando veredas y calles en Rosario. Y solicitar que caigan como las hojas de los árboles en otoño: sin prisa y sin pausa.