Es muy llamativo cómo ciertas conductas del mundo real se repiten en el mundo virtual. Hace un par de años en uno de los videojuegos más populares llamado World of Warcraft se introdujo intencionalmente una enfermedad contagiosa llamada "sangre infectada", los jugadores debían aprender cómo prevenirla y combatirla. La enfermedad ocasionaba que los personajes explotaran y murieran, al menos por un rato. Pero la epidemia de World of Warcraft dio acceso a algo inesperado: una oportunidad sin precedentes para estudiar de forma segura una pandemia en un ambiente virtual complejo y único en el que millones de individuos tomaron sus propias decisiones de manera impredecible.




Luego de la epidemia de Wordl of Warcraft, los investigadores trabajaron con la compañía diseñadora del software para incorporar brotes de enfermedades en el guión de diversos juegos online y estudiarlos. Los videojuegos, señalaron, "permiten hacer simulaciones con grandes poblaciones". World of Worcraft tiene en la actualidad casi 7 millones de jugadores.



Lo interesante es el fenómeno que ocurrió entre los jugadores: muchos de ellos huyeron tratando de salvarse a sí mismos, otros salieron hacia otras ciudades con el objetivo de infectar a más jugadores y algunos, los "healers" o sanadores, acudieron en ayuda de los infectados aún poniendo en riesgo su propia salud.



Una plaga que se extiende por el mundo gracias a los turistas, animales y mochileros demuestra que quizás los científicos no hayan tenido en cuenta todas las posibilidades para la expansión de esta enfermedad.



El brote de sangre infectada (corrupted blood) es la prueba de que los especialistas están investigando la manera de comprender a fondo los mecanismos de dispersión y contagio de los diferentes microorganismos (virus, bacterias, etc,) que causan las enfermedades epidémicas y pandémicas. La idea es que a partir de las simulaciones de los videojuegos online en los que participan millones de jugadores se puedan proponer y formular modelos de predicción.



Saber cómo será la próxima pandemia, tal vez, no se tratará tanto de una cuestión de laboratorios reales (del mundo físico) como de un resultado emergente de la cultura de los jugadores online.
"Se parece un poco a una enfermedad real" afirmó Nina Fefferman, investigadora de la Universidad de Princeton, refiriéndose al contagio de la sangre infectada en el videojuego World of Warcraft. Fefferman estudió epidemiológicamente el avance de la infección en el juego y publicó un informe junto a Eric Lofgren en la revista científica The Lancet.



Virus introducidos dentro de softwares versus virus manipulados genéticamente



El brote fue una consecuencia accidental de un desafío añadido en un software del juego online World of Warcraft (WOW) en 2005. La virulenta infección fue introducida por la propia empresa creadora de WOW, Blizzard Entertainment, como un reto extra para los jugadores de niveles avanzados. Pero mientras el virus se desarrollaba, comenzó a expandirse fuera de su área virtual establecida.
"Pronto, la enfermedad se expandió hacia las capitales más pobladas de este mundo virtual, causando altas tasas de mortalidad virtual y creando un caos social a gran escala", señalaron Fefferman y Lofgren en su estudio.
"Cuando este brote accidental tuvo lugar, los jugadores lo asumieron. Algunos pensaron que era genial", explicó la científica. Pero los responsables no lo vieron así por lo que decidieron reiniciar el juego para eliminar la plaga y todos los datos que hubiera generado.



Aquí bien cabe la pregunta ¿hay diferencias entre el mundo virtual y el real? Frente a algunas epidemias los medios y la opinión pública barajaron la posibilidad que los grandes laboratorios de multinacionales muy poderosas hubiesen manipulado artificialmente cepas de microorganismos con la intención de hacer pruebas en poblaciones humanas. ¿Teorías conspirativas o sospechas fundamentadas?
En las mazmorras de Zul´Gurub, que frecuentan los entusiastas de los juegos online, una serpiente alada gigante llamada Hakkar el Desollador puede dar pistas importantes a los epidemiólogos para predecir el impacto de una pandemia.



Como señalamos en unos párrafos más arriba, en septiembre de 2005, el contagio de la “sangre infectada” sembró el caos dentro del popular videojuego en línea World of Warcraft. Lo que pasó a continuación permite hacerse una idea aproximada de con qué van a vérselas los funcionarios de la salud en el mundo si el brote mortal de gripe porcina de México se extiende.



Unos cuatro millones de jugadores de World of Warcraft se vieron afectados por la pandemia y cuando acabó las ciudades estaban llenas de los huesos de los muertos, mientras que la mayoría de los supervivientes habían huido de las áreas urbanas para refugiarse en el campo.
Los epidemiólogos y los coordinadores de desastres han intentado durante años crear modelos realistas que muestren cómo puede expandirse una enfermedad virulenta y el impacto global que tendría para la sociedad y la economía.
Pero la epidemia de World of Warcraft dio acceso a algo inesperado: una oportunidad sin precedentes para estudiar de forma segura una pandemia en un ambiente virtual complejo y único en el que millones de individuos tomaron sus propias decisiones de manera impredecible.



En el citado estudio de Nina Fefferman y Eric Lofgren publicado en The Lancet –Journal of Infectious Diseases, en 2007, los investigadores afirmaron que el incidente "aumentaba la posibilidad de evaluar científicamente el contenido gracias a esta anomalía introducida en el software del videojuego", arrojando luz a las pandemias reales.



Blizzard Entertainment, la empresa creadora de World of Warcraft, nunca pretendió que la plaga fuera tan lejos. Al principio sólo podían entrar en contacto con la plaga aquellos jugadores avanzados que habían logrado ingresar en las entrañas de las mazmorras (nivel del videojuego en el que se había introducido la actualización del software). Entre los muchos poderes ofensivos de Hakkar estaba justamente la habilidad de expandir la “sangre infectada” de la plaga.



La mayoría de los jugadores que habían llegado a ese punto eran suficientemente fuertes para sobrevivir, y no se esperaba que la plaga se extendiera demasiado. Pero como en el mundo real, las cosas no siempre siguen un rumbo determinado.
El factor estupidez
Lofgren, el investigador que participó en el juego durante la epidemia, alertó a Fefferman sobre comportamientos de los jugadores que ella no había identificado previamente, como el que denominaron: factor estupidez. "Hay quien en el videojuego pensó: ‘me acerco, echo un vistazo y no me infecto", señaló la científica.



Hay muchos estudios epidemiológicos que llaman la atención sobre la pasividad de la población respecto a las medidas de salud pública. Pero a la luz de lo ocurrido en el entorno virtual del videojuego cabe preguntarse: "¿Qué pasaría si pusiéramos a la gente en la zona de cuarentena… se quedarían?", añadió Fefferman. "Nadie ha analizado qué pasaría si la gente que no está en cuarentena entrara en la zona y luego volviera a salir."



Fuente: Educ.ar