En el corazón comercial de la ciudad, donde los rosarinos van apurados para hacer trámites o se abstraen para mirar vidrieras, los jóvenes propusieron una actividad distinta y sorprendieron a los transeúntes con una palmada en la espalda.
Johana, una de las chicas organizadoras del encuentro, contó al móvil de Radio 2 que el objetivo fue “tratar que la gente reciba afecto y olvide sus preocupaciones”.
En el reparto de abrazos, los chicos se encontraron con dos actitudades: “mucha gente le teme al contacto físico pero otros lo recibieron con distensión, nos apoyaron y felicitaron”.
“Es mentira que la juventud está perdida. Sólo algunos pocos necesitan ayuda”, reflexionó Johana.