Una exposición mostrará al público de México el surrealismo poco conocido de Alan Glass, un canadiense enamorado de este país cuyas obras están hechas de huevos, panales, gusanos de seda y bombillas, entre otros objetos curiosos.

"Zurcidos invisibles" es el nombre de la retrospectiva que el Museo de Arte Moderno mexicano ha montado de la obra de Glass (Montreal, 1932) entre 1950 y 2008, un autor que, a pesar de no ser muy conocido por el gran público, es coleccionado por artistas como Leonora Carrington y Vicente Rojo.

El director del museo, Osvaldo Sánchez, explicó hoy que Glass siempre tuvo un carácter retraído y no quiso hacer muchas exposiciones, lo cual explica que para muchos resulte casi anónimo.

Por ello, consideró en una rueda de prensa que el artista va a ser un "descubrimiento espectacular" para los visitantes de la muestra, que quedarán asombrados por el contenido metafórico de las obras que podrán ver desde el próximo viernes hasta abril de 2009.

Glass explicó que una calavera de azúcar como las que se venden en México para la celebración del Día de Muertos despertó su curiosidad por este país, donde lleva viviendo desde que cumplió treinta años y que ha sido una de sus principales influencias.

La exposición, conformada por un centenar de piezas de su acervo propio y las de veintinueve coleccionistas privados, recoge su obsesión por la reina inglesa Isabel I y supone un muestrario de los originales materiales que usa Glass para expresar su universo interior.

Huevos, gusanos de seda, capullos, zapatillas de bailarinas, bombillas, panales, abejas, ojos, tijeras, plumas de pavo real y relojes son algunos de los objetos contenidos en sus "cajas mágicas", que como él mismo explicó en una rueda de prensa adquiere en mercadillos y misceláneas muy baratas.

Para sus pinturas emplea lápiz de plomo, acuarela, óleo, bolígrafo, crayón, acrílico, gouache, punta de plata, e incluso pinta sobre cáscaras de huevo, ébano, sellos postales y pergaminos.

Para adornar esos objetos utiliza las técnicas miniaturistas de los huevos de Pascua.

Glass señaló que nunca sabe qué va a originar sus obras, pero cuando ve los objetos siente como "un guiño de ojo".

La comisaria de la muestra, la japonesa Masayo Nonaka, explicó que las 64 cajas mágicas y las 38 pinturas, entre acuarelas, óleos, grabados y collage, son "microcosmos" de la mente de Glass donde se dan "encuentros azarosos de distintas materias con sincronía espiritual".