Otto Crippa García es uno de los jueces integrantes de la Sala III de la Cámara de Apelaciones de Rosario que mantuvo que un joven que participó cuando era menor en el homicidio de Germán Owinski en 2003, y que cumplió un proceso de rehabilitación en un instituto especializado, no reciba ninguna condena ahora que es mayor de edad.
Consultado por el programa Diez Puntos, de Radio 2, el magistrado explicó las razones de su voto a favor de no aplicarle ninguna pena al joven y sostuvo que, en la actualidad, el sistema carcelario no ofrece un espacio en el que una condena se transforme en una oportunidad de rehabilitación.
“La pena no es necesaria en muchos casos si se tiene en cuenta que la finalidad de la misma es la reinserción del individuo”, comenzó el juez, quien remarcó que en la legislación para menores de edad la pena siempre es considerada en última instancia. Según su visión, “la condena pudo ser necesaria si la entendemos como un límite, en el sentido de que si se hace algo hay que pagar por ello, pero en el caso particular, el chico estuvo cuatro años en tratamiento de rehabilitación y los resultados fueron excelentes”, aseguró.
Ahondando en sus argumentos, Crippa manifestó que primó el interés supremo del joven y cuestionó la posibilidad de que “que este chico rehabilitado vuelva a una prisión de mayores por unos cinco años” y se preguntó sobre la necesidad de que cumpla “una pena tardía cuando ya pasó el efecto: ¿cuál es el sentido?, ¿qué sentido tiene que vaya a la cárcel?” cuestionó. En ese sentido, admitió que el estado actual de los penales, el hecho de que no haya un lugar donde se garantice que este chico salga mejor de lo que entró, tuvo fuerte influencia en su decisión.
Fallo polémico: con cárceles así, no hay condena que valga
Otto Crippa García, integrante de la Sala III de la Cámara de Apelaciones de Rosario que decidió no aplicar pena a un muchacho que participó del crimen de Germán Owianski, dijo que el joven “ya está rehabilitado” y admitió que la situación de los penales hace que no se pueda garantizar que el chico no salga peor de lo que entra
Es más, recordó que el joven estuvo nueve meses en el Irar y que, justamente, la mala situación de ese centro de reclusión para menores hizo que el juez Leandro Artigas permitiera que quedara bajo tutela de su abuela y continuara su tratamiento en un instituto especializado. "Si hubiese estado más tiempo allí hoy no estaríamos hablando de esto", enfatizó.
Además, el juez señaló que el caso de este joven es “especial" porque "no volvió a incurrir en ninguna conducta (delictiva), estudió, eligió una profesión que hoy ejerce –trabaja de chef en Bariloche”.