En pocos días se multiplicaron los casos de adolescentes que fingieron secuestros para irse de su hogar. Entre la verdad y la fantasía, los menores argumentaron ante sus padres que habían sido raptados por desconocidos y la policía debió montar operativos de seguridad que terminaron por desmantelar el testimonio de los chicos. Sin embargo, desde la fuerza aseguran que no se deben dejar de denunciar los hechos porque de todas maneras hay que determinar si son reales o no.