Jorge M. V., separado de la madre de su hija, fue condenado a un año de prisión por haber colocado una cámara oculta en el baño de la chica para observar la conducta que la adolescente tenía luego de comer.
El padre fue hallado culpable por el delito de "revelación de secretos" y no podrá acercarse a la menor a menos de 150 metros durante los próximos cinco años.
La instalación de las cámaras fue hecha hace ya dos años por el padre y el abuelo de la chica, únicos que sabían de la existencia de la grabadora, cuyas cintas se destruian tras ser vistas, según consignó el diario El Mundo.
La polémica en España está dada en el debate de acerca hasta dónde llegan los derechos de los padres para controlar las conductas de sus hijos.