Frecuentemente en las parejas infértiles se puede reconocer una causa masculina que puede ser única o combinada con otros factores.
Dado que actualmente se han superado ciertos tabúes sociales que confundían masculinidad con capacidad reproductiva, hoy el hombre consulta más precozmente al médico ante los primeros indicios de dificultades para procrear.

Si bien en un 30 % de los varones se desconocen los motivos de la infertilidad, el médico debe descartar las causas más frecuentes realizando un buen examen clínico, que incluya una evaluación del aparato genital, además de un detallado interrogatorio que investigue antecedentes de enfermedades venéreas, infecciones de vías urinarias, paperas, tuberculosis, consumo de medicamentos, drogas, tabaco, alcohol, hormonas, y exposición a sustancias tóxicas.

Además también se deben tener en cuenta los antecedentes quirúrgicos en vías urinarias, testículos y conductos seminales.
Se deben realizar exámenes en el eyaculado, evaluando características físicas como color, aspecto, viscosidad, volumen, pH, y estimando la cantidad, la movilidad, y la morfología de los espermatozoides, además de la calidad bioquímica del plasma seminal.

A menudo los recuentos bajos de espermatozoides o alteraciones tanto morfológicas, como en la motilidad son causantes habituales de la disminución de la fertilidad.

Sin embargo, numerosos estudios han revelado que el hallazgo de alguna de estas anormalidades espermáticas no excluye otras causas, como por ejemplo las inmunológicas e inclusive se reconoce como factor importante la calidad del material genético del espermatozoide. Se han desarrollado metodologías para el estudio de las lesiones o roturas del ADN espermático, demostrándose una relación estrecha entre la capacidad fecundante y la integridad del ADN espermático.

Los espermatozoides dañados genéticamente pueden ser capaces de fertilizar cuando se inyectan de manera directa dentro del óvulo, pero si su ADN presenta lesiones, puede dar lugar a un desarrollo embrionario anómalo, a un fallo de implantación, o a un aborto en fases más tardías.

En el espermograma que se realiza habitualmente, puede que todos los parámetros que se valoran como las características físico-químicas del semen, recuentos, motilidad, y morfología espermática se hallen dentro de los valores considerados como normales, pero no se determina la integridad del material genético del espermatozoide.

Las causas que contribuyen a una mayor fragmentación del ADN, pueden ser tales como una maduración incorrecta, la presencia de varicocele, enfermedades inflamatorias, fiebre alta o exposición a temperaturas elevadas, daños inducidos por drogas, radiaciones, tóxicos, etc.

La medicina reproductiva ha desarrollado técnicas tendientes a mejorar la posibilidad de lograr un embarazo seleccionando los espermatozoides más aptos y realizando posteriormente el análisis de la calidad del ADN de los mismos.

Para evaluar la fragilidad del ADN espermático, se han desarrollado diversos métodos. En CIBIC se realiza Sperm Cromatin Structure Assay (SCSA), el cual técnicamente consiste en someter a los espermatozoides a una solución desnaturalizante ácida y posteriormente realizar una tinción con un colorante con la propiedad de unirse a las cadenas de ADN íntegro o dañado. Los espermatozoides coloreados son estudiados por Citometría de Flujo, viéndose los espermatozoides sanos de color verde (resistentes a la desnaturalización) y los dañados de color rojo-anaranjado (espermatozoides con ADN fragmentado)

La discriminación y cuantificación de los dos colores, permite conocer el índice de fragmentación (IDF) como indicador o marcador de la integridad del ADN espermático.

Dr. Ricardo J. Giordano  - Mat. 929
Citometría de Flujo - Laboratorio CIBIC