Lo primero que hay que decir es que el resultado fue injusto. El trámite salió tal como lo planteó Ischia, y Central logró taparle la salida a los laterales de Independiente y pudo cortar su circuito futbolístico. Con ese esquema de tres volantes centrales ganó el mediocampo, y los defensores estuvieron en una muy buena noche neutralizando a dos buenos delanteros como Denis y Sosa. Tanto que Independiente casi no pudo patear al arco.

Creo que el empate se hubiera amoldado mejor al desarrollo del juego. Central estuvo muy cerca de convertir en varias ocasiones, quizás las dos más claras las de Ledesma y otra de “Kitu” Díaz en el primer tiempo, y el gol de ellos fue producto de un error individual. No se ganó porque faltó definición, y me parece que ese es el punto a corregir de acá en adelante. Hay que lastimar un poco más arriba, esa será la deuda que tendrá que saldar sobre todo cuando juegue de local, con equipos rivales que se meten atrás y esperan el contragolpe.

En líneas generales, me gustó todo el equipo. Atrás no hubo problemas, los del fondo jugaron muy bien. Costa fue uno de los que más intentó a la hora de aportar una solución ofensiva, pero con el correr de los minutos (ya en el segundo tiempo) se fue apagando. Damián Díaz tuvo 10 minutos brillantes en el primer tiempo, que deberían haber sido aprovechados para ponerse arriba en el marcador, aunque no apareció la profundidad que mencioné arriba.

A Ronald se le perdona el error. Nos ha acostumbrado a actuaciones sólidas y sin fisuras, y se nota que le cuesta, por su naturaleza, tirar la pelota a la tribuna. Quizás a veces debería empezar a hacerlo.

Con esta actuación, Central demostró que es un equipo solidario, compacto, que mantiene el orden táctico y tiene ganas de mejorar. Los jugadores dan una clara imagen de compañerismo, y se nota que están bien metidos en el proceso de Ischia. La actitud es elogiable, y solo resta levantar la puntería.