Desde hace varios años, Diana Rossi y María Cristina Lesquiuta, investigadoras de la UNR, estudian cómo se produce la transición de la escuela media a la educación superior y/o al trabajo en las distintas clases sociales y de qué manera los profundos cambios en la organización del trabajo, las competencias necesarias para insertarse y tener continuidad en el mismo y la desigualdad impactan en los adolescentes para elegir un proyecto de vida.

La observación muestra que, si bien antes existían trabajos de medio tiempo que permitían sostener un estudio superior, hoy las posibilidades laborales para este grupo se restringen a horarios poco flexibles y turnos rotativos. "En estas condiciones poder estudiar es imaginario y en general, aquellos que consiguen un trabajo, terminan desertando de la carrera”, explica Rossi.

Las psicólogas consideran que en esta elección de vida el adulto puede “habilitar” u “obstaculizar” un proyecto de futuro, a través de su discurso. En este sentido, “en escuelas en contextos desfavorables detectamos una falta de calificación de los adultos respecto a una inserción futura de los jóvenes”, sostiene Lesquiuta.

Por otro lado, las especialistas dan cuenta de la destitución del lugar del adulto como un referente para las generaciones jóvenes ya que al cambiar las condiciones sociales, las representaciones que lo mayores tienen sobre el trabajo no poseen la misma eficacia. Las profesoras coinciden en que los jóvenes que están en contextos más favorables se toman con mayor “levedad” la salida laboral y no tienen preocupación por ello, sobre todo aquellos que siguen siendo sostenidos por los padres.

Además, las profesionales se centraron en aquellos alumnos en condiciones comparativamente desfavorables, de una mayor vulnerabilidad, que “están más preocupados por la salida laboral porque dependen de un trabajo para poder seguir estudiando”, explicaron las investigadoras.

El deterioro del sistema educativo se hace más visible en la Universidad. “Por la lógica del sistema, ningún nivel se hace cargo de las falencias del nivel anterior y a la Universidad esto llega deteriorado”, sostiene Rossi. Y propone que la Universidad planifique estrategias para nivelar y recuperar aquellas competencias básicas con el objetivo de que el alumno no termine desertando, siendo un estudiante crónico o con sucesivos fracasos.

Teniendo en cuenta esta problemática, el Programa de articulación escuela media-Universidad está diseñando un sistema de tutorías para los primeros años de las carreras de la UNR. De todas formas, las psicólogas consideran que además de los ingresantes hay otro grupo en riesgo: aquellos muy formados que no encuentran una salida laboral y terminan emigrando.

Paralelamente, señalan que "los efectos de la década del 90 generaron en el campo académico que existan carreras con una alta matriculación y serias dificultades de inserción.” Se trata de aquellas que imaginariamente garantizan una formación de prestigio y una posición económica: medicina, abogacía, ingeniería y ciencias económicas.

Fuente: www.unr.edu.ar