En su adolescencia “Indiego Jones” conoció a Indiana y no pudo olvidarlo, estaba en sus juegos y en su imaginación: “Mi abuela me llevó al cine en 1989 cuando llegó al país la tercera película. Antes había visto por video la primera y la segunda (Cazadores del Arca Perdida e Indiana Jones y el templo de la perdición) y en casa, con mi hermano no paramos de hacer trampas. Mi vieja nos quería matar”.