Virginia Giacosa

Las puertas del teatro La Manzana (San Juan 1950) se abren. Los coches quedan en el patio. Los padres entran con los bebés, los más pequeños van en brazos y los que ya pasaron el año caminan de la mano. Los que entran primero tienen la suerte de sentarse en el suelo, justo en el borde de esa alfombra suave por la que transcurrirá la historia de "Ito, el gusanito", la única obra rosarina pensada para bebés de entre 0 a 3 años.

"Confíen en sus hijos. Ellos van a saber recibir esta historia", dice la directora Carla Rodriguez. Y con esa invitación no queda otra que dejarse llevar y entregar a los más chiquitos para que fluyan con libertad.

El sonido de los pajaritos y los grillos, que se oye de fondo, se mezcla con las risas de los chicos, el murmullo de los padres y el balbuceo de los bebés mientras se acomodan en el lugar. De a poco aparecen las actrices, que además de manipular objetos, son las narradoras de este cuento que tiene a Ito como protagonista.

El relato, pequeño y grande al mismo tiempo, cuenta lo que le sucede a este gusanito que después de alojarse en un capullo se convierte en mariposa y al final remonta vuelo. Pero la historia se puede pensar también como metáfora de crecimiento o de evolución de esos niños que hasta no hace mucho estaban ovillados calentitos dentro de la panza de mamá.