Los ocho líderes más poderosos del mundo inauguraron este lunes en Japón la cumbre del G8, bajo presión para respetar sus promesas de ayuda multimillonaria a África en momentos en que la disparada del precio del petróleo y los alimentos causa estragos entre los más pobres.

Para el primero de sus días de reuniones, los jefes de Estado y de Gobierno de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia invitaron a siete de sus colegas africanos a acompañarles en este remoto enclave montañoso del norte del archipélago nipón.

Miles de manifestantes antiglobalización han sido relegados a una orilla del lago Toya, situado en el cráter de un volcán, mientras en la orilla opuesta los líderes se alojan en un lujoso hotel ubicado en la cima de una montaña.

El G8 se comprometió en su cumbre de Gleneagles (Escocia, 2005) a duplicar su ayuda a Africa de 25.000 a 50.000 millones de dólares para 2010, pero sólo 3.000 millones de dólares han sido desembolsados hasta ahora, indicó a la prensa Oliver Buston, de la ONG One, creada por el cantante irlandés Bono.

por su parte, Estados Unidos se opone a una propuesta hecha por el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, para ampliar el G-8, informaron hoy fuentes de la delegación estadounidense que asiste a la cumbre del grupo.

"No estamos a favor de una ampliación", dijo Gordon Johndroe, portavoz del Consejo Nacional de Seguridad de la Casa Blanca, en declaraciones a la agencia local de noticias Kyodo.

En opinión de Sarkozy, el grupo formado por las siete naciones más industrializadas y Rusia debe expandirse e incluir a países emergentes como China o la India.

"Soy de los que consideran que no tiene sentido que nos sigamos reuniendo de a ocho para solucionar los grandes problemas del mundo sin invitar a China con sus 1.300 millones de habitantes o a la India con sus mil millones", dijo Sarkozy en vísperas de su viaje a Japón.

Según Kyodo, es la primera vez que Estados Unidos se pronuncia abiertamente en contra de una idea de estas características.