Los chicos entre 19 y 24 años están más ocupados que los de la década del 90. Sin embargo, esos trabajos son más precarios. Se trata de un fenómeno social que repite en rubros como el de la construcción, el textil y del sector de servicios (atención telefónica, mensajerías, quioscos, pizzerías, servicio doméstico).

Esta situación quedó reflejada en un estudio denominado "Las transformaciones en el mercado de trabajo en la Argentina en los últimos años: desigualdad y precariedad entre los jóvenes", de la investigadora de Conicet y coordinadora académica del programa de investigaciones de Juventud de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), Ana Miranda, y de la becaria de doctoral de Conicet e investigadora de Flacso, Agustina Corica.

De acuerdo a lo publicado por el diario Clarín, las investigadoras definen al empleo precarizado como el empleo en relación de dependencia que no está registrado (no se hacen aportes patronales), los empleos que consisten en un contrato a término (entre los que se incluyen los jóvenes que reciben un plan jefas y jefes de hogar), y los empleos que consisten en una changa.

Según el estudio de Miranda y Corica, entre 1996 y 1998 el 47,8 por ciento de los jóvenes de entre 19 y 24 años con estudios secundarios incompletos tenía empleo. Seis años después, en el período 2004-2006 el 52,1 por ciento de los jóvenes sin estudios medios tenía trabajo. Durante la última etapa de crecimiento de la Convertibilidad (1996-1998), cuando el Producto Bruto Interno creció un 6 por ciento, el 62,5 por ciento de esos jóvenes tenía un empleo precario. Una problemática que entre 2004 y 2006, cuando la economía creció un 9 por ciento, afectó al 85,6 por ciento de los jóvenes de entre 19 y 24 años.

En ese mismo grupo de edad (19 a 24 años) pero entre aquellos que concluyeron los estudios secundarios, la tasa de empleo en el período 1996-1998 alcanzó al 38,3 por ciento, y entre 2004 y 2006 al 41,2 por ciento. Pero el peso relativo de la precarización de las condiciones de trabajo creció mucho más que el ritmo del empleo. Así, mientras entre 1996 y 1998 el 42,5 por ciento de esos jóvenes tenía un trabajo precario, entre 2004 y 2006, el 63,4 por ciento de ellos estaba trabajando en forma no registrada.

"La precariedad es un problema que afecta principalmente a los jóvenes porque son los ingresantes más recientes al mercado de trabajo. Este ingreso, no sólo en el país sino también en Europa, forma parte de un fenómeno denominado ´aproximación sucesiva´: Los jóvenes van armando una carrera laboral a través de distintas experiencias que conforman su carrera, pero no es más una experiencia única", sostuvo Miranda.

La misma tendencia a la precarización relativa del empleo se ve entre los adultos jóvenes, de entre 25 y 34 años. Entre estos un 66,6 por ciento tenía empleo entre 1996 y 1998. Y seis años después, entre 2004 y 2006, el 68,8 por ciento de ellos tenía trabajo. Sin embargo, mientras a fines de los noventa el 29,6 por ciento de esos empleos eran precarios, entre 2004 y 2006 el 38,7 por ciento de estos jóvenes adultos tenía un trabajo en condiciones de precariedad.

El secretario de Empleo del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación, Enrique Deibe, no coincidió con que haya crecido el peso relativo de la precarización laboral entre los jóvenes. "Estoy de acuerdo en que hay todavía muchos trabajadores no registrados con los que hay que seguir trabajando para que se respeten sus derechos y las normas. Pero desde 2003 en adelante mejoraron todos los indicadores económicos y sociales, incluyendo los de la precariedad laboral", indicó.