Si las vidrieras de las jugueterías siempre encandilaron a los niños –que enseguida pegaban la ñata contra el vidrio para mirar los lustrosos juguetes de plástico–, desde hace un tiempo proliferan en Rosario los escapatares que capturan, sobre todo, la atención de los mayores. Padres y madres preocupados porque sus hijos se alejen de las grandes marcas, no se hagan fans de los personajes de la tele y "creen de la mano de los juegos" deliran con los objetos de madera, trapo, artesanales y no industriales. Ante ese público ávido de juguetes lúdicos la ciudad sumó una decena de locales que cuentan con esa perspectiva didáctica y hasta ofrecen productos denominados "Waldorf". Incluso, la venta que se dirige a ese nicho ya tiene un buen espacio en Internet, espacio donde se generan las transacciones.