¿A quién no lo puso nervioso leer al paso alguna palabra que pese a llevar acento no lo tenía? ¿A quién no le dieron ganas de tener un fibrón gigante y de color para poner el tilde que fatalba? Cansados de ese trauma, un grupo de personas fanáticas de las palabras bien acentuadas que andan en distintos países del mundo se unieron en una red que batalla por corregir ese pequeño gran detalle. La Argentina no se quedó atrás y tiene un blog y varios colaboradores de carne y hueso que le ponen el acento a las palabras.