Fernanda Blasco

Es una de las mañanas más frías del año, pero los empleados de Telecom Personal que se anotaron para la jornada de voluntariado corporativo en el Banco de Alimentos Rosario no faltan a la cita. Desde bien temprano, trabajan en el galpón que la organización tiene en Felipe Moré al 900. No atienden llamados ni hacen trabajos administrativos, como suelen hacer cada día. Hoy, apilan canastos vacíos, que llegaron hace poco con donaciones por parte de una empresa de lácteos: la misión de la jornada es ordenarlos y atarlos, para poder devolverlos.

Elegida en forma unánime por sus compañeros, Mariela acepta ser protagonista de la primera parte de La Posta de Rosario3.com. "Está bueno ayudar", resume. Aclara que la empresa para la que trabaja donó dinero y que junto a sus compañeros transformaron esa plata en donaciones concreta para la asociación. Pero aclara que cada empleado donó su tiempo, ya que están allí fuera de horario de trabajo o, caso contrario, devuelven las horas. 

En medio de la charla, se escucha el ruido de unos jóvenes que apilan cajas llenas de alimentos. Se las está por llevar María Marta, pastora de una iglesia evangelica de Empalme Graneros. Ella es una de las tantas beneficiarias del Banco de Alimentos Rosario, el más joven de todos los que existen en el país. El sistema es simple: funcionan como una distribuidora de alimentos. Pero en vez de "comprar" mercadería la reciben donada y en vez de "vender" la asignan a organizaciones comunitarias.

Santiago Boggione, director ejecutivo del Banco de Alimentos de Rosario, cuenta que reciben lo que queda fuera del circuito comercial, pero aclara que todo es apto para consumo. Se trabaja muchas veces contrarreloj porque se tienen tandas de alimentos a punto de vencer. Asegura, además, que no hay un alimento tipico sino que se rota mucho. "A veces tenemos mucha comida salada, otras veces todo dulce. A veces está tan lleno el depósito que no se puede caminar, otras veces esta casi vacío", plantea.