Fernanda Blasco (fernanda.blasco@rosario3.com)

Desde afuera, parece una casona más entre tantas otras ubicadas en ese sector de calle Suipacha. Solo un cartel advierte que en ese espacio pasan cosas. Muchas cosas. Lo confirma el movimiento que hay en su puerta: algunos jóvenes salen, otros entran, dos mujeres charlan animadamente en el hall. Es la sede de Applir, Asociación Padres Por La Igualdad Rosario. Un espacio pensado para que jóvenes con discapacidad intelectual puedan entretenerse y formarse.

María Rosa, presidenta de la entidad, es quien explica que "hay mucho trabajo voluntario" detrás de la movida, mucho trabajo hormiga. A su lado, María, una de las vocales, cuenta que al principio eran diez chicos con sus mamás. Que se juntaban en plazas o casas. Pero que fueron creciendo en número hasta que se hizo evidente que había que poner en marcha algo más grande. Y así fue que nació la entidad.

Los primeros años funcionaron en el club Italiano de calle Buenos Aires 1252. Pero desde mediados de este año lograron alquilar una sede, en Suipacha 1038. Necesitaban espacio para desarrollar talleres. También para celebrar cumpleaños. Las fotos del "antes" dan algo de miedo: la casona estaba abandonada, hubo que invertir mucho trabajo en reciclarla. Pero hoy reluce y permite el desarrollo de múltiples actividades. Y, seguramente, muchas más se irán sumando.

Pero todo proyecto demanda trabajo. "Falta traer la cama y quedarnos a dormir", bromean María Rosa y María, que son apenas dos de las voluntarias que integran una amplia comisión directiva. A los profesores se les paga y también se cobra por la participación en actividades, pero está claro que la entidad no es un negocio. Hay cursos con un solo alumno que siguen abiertos. Y no se deja fuera a nadie que no pueda pagar.