Con la continua baja en el precio de las notebooks, los programas para hacerlas pulular por aulas de escuelas, colegios y universidades plagan los escritorios del mundo, tanto del desarrollado como del no desarrollado (hasta el Banco Mundial tiene uno esparcido por 26 naciones, con el nombre de Word Links).
La computadora no es suficiente
Los programas de introducción tecnológica se esparcen por el mundo, pero algunos especialistas dudan de su efectividad
Las razones que suelen esgrimir los hacedores de políticas educativas son la expansión en la igualdad de condiciones, la modernización, la mejora en la productividad económica. Al mismo tiempo, hay investigaciones científicas que aseguran que los programas en las escuelas hacen que los estudiantes se comprometan más con sus tareas, que mejoren sus habilidades tecnológicas y que (inclusive) se note una fuerte mejora a nivel escritura.
Pero la realidad es que todavía no se sabe qué es lo que puede pasar en el largo plazo. Simple y sencillamente porque ese plazo no llegó, no hubo tiempo, el aceleramiento de los últimos 10 años no da respiro. Y continúa. Todo se vuelve obsoleto a la vuelta de la página y todo huele a computadoras, monitores, portátiles, mouses, teclados y conexión a internet.
De hecho, el primer plan de masificación de computadoras portátiles fue en Australia, en 1990, y ya es arcaico y carísimo, al lado de los costos actuales de 900 dólares. Frente a esto, ya hay un puñado de estudios hechos en ciertos países que ya muestran algo que se veía venir: que si esos programas de introducción de laptops (más allá del eterno tema de que si en un terruño no hay luz, o agua, o un sistema de salud, a quién le puede importar una computadora infantil), no funcionan con éxito si no están dentro de un plan integral. Uno que contenga cambios de currícula, de entrenamiento para los docentes y de asesoría para todos los que vayan a aprender y enseñar.
“Los docentes, que solían pensar que su función era transmitir lo que sabían y pasarlo a la cabeza de sus alumnos, ahora se preguntan cómo poder trabajar con un proceso de manera tal que los alumnos puedan generar su propio conocimiento, a través de la interacción, con nuevas herramientas, y uno con el otro en conjunto”, asegura a la estadounidense Martha Stone Wiske, que dirigió el desarrollo del website (en realidad, lo que técnicamente se conoce como “entorno virtual de aprendizaje”) Educación con nuevas Tecnologías (Education with New Technologies).
Una red de elearning de 3.000 miembros registrados hecha especialmente para brindar soporte en todo lo que se refiera a cómo influyen las tecnologías en la educación, desde la escuela y la universidad hasta otros ámbitos no formales.
Además de eso, Stone Wiske es profesora de la Escuela de Graduados de Educación de la Universidad de Harvard (Estados Unidos), e investigadora del modelo educativo “Enseñanza para la comprensión”. Lo que la investigadora busca es que la educación pública promueva la comprensión de los alumnos: “la capacidad de aplicar el conocimiento de manera creativa, no solamente en la escuela y en el momento de una prueba sino en muchas situaciones de la vida”.
Llegada a Buenos Aires para trabajar junto al equipo de investigación de la Fundación Evolución, la experta analizó la relación tecnología-educación y sostuvo que “hoy se pone mucho el acento en que los chicos tengan acceso a una computadora, como si el solo hecho de tocar una tecla fuera bueno. Pero no pasa porque haya en sí una máquina, sino por si ese equipo va a ser un recurso que apoye el aprendizaje y la enseñanza para la comprensión. Para mejorar realmente las escuelas hay que invertir en infraestructura humana”.
Stone Wiske aclara que enseñar a los docentes a utilizar la tecnología para apoyar la comprensión profunda “es un proceso que incluye la reformulación de los planes de estudio, analizar cuáles son las formas de negociarlo, y repensar cómo enseñar. De manera tal que se incentive la comprensión y la transformación de los alumnos en socios de este proceso de aprendizaje”.
Fuente: Revista Noticias