Angela Karina Vono tiene 35 años y un cáncer que la complica desde hace dos años. Su enfermedad se ha agravado y su vida corre peligro sino se somete a una costosa operación. Lejos de lamentarse por su historia, esta rosarina lanzó una cruzada para juntar los fondos que le permitan seguir adelante. “Soy una luchadora y tengo mucho que aportar a la sociedad, de la que espero su ayuda”, asegura.
La mujer no puede ejercer su profesión -es odontóloga- a causa del cáncer que le atrofió la vista y hace unos meses vendió su consultorio para afrontar operaciones anteriores. Su familia ya no pueda ayudarla y por eso recurre a la solidaridad para poder encarar un tratamiento especial.
“He sido una buena estudiante, desarrollé una profesión con entusiasmo y ética, soy una buena ciudadana con deberes y derechos y estoy segura que como ser humano tengo el derecho a acceder a la única propuesta de tratamiento en este momento, que es la irradiación con partículas de Ion carbono, que lamentablemente no se encuentra en nuestro país, y la posibilidad más cercana es en la Universidad de Heidelberg en Alemania”, explica Angela en una carta.
Y agrega: “Este tratamiento dura 20 sesiones consecutivas cuyo costo asciende a la suma de 20.000 euros y se llevaría a cabo en marzo de este año aproximadamente”.
Las formas de contactarse con Angela para colaborar son a través del mail ventas@vonoimpresos.com.ar o a los teléfonos (0341) 4331801 ó 15614167 (mismo prefijo).
Su historia en primera persona
“En febrero del 2006, se produce el primer síntoma de la enfermedad que hoy padezco; una desviación del ojo izquierdo. Consulté a una oftalmóloga, la Dra. Cortinez, quien me aconsejó consultar a un neurólogo, porque el problema no era ocular.
“En marzo del 2006, el doctor neurocirujano Horacio Rossi, me realiza una resonancia magnética la cual arrojo el diagnóstico de un tumor en la base del cráneo poco común llamado Cordoma Condroide en Clivus, cuyo tratamiento era quirúrgico. Este profesional aconsejó que me operaran en Buenos Aires, ya que en nuestra ciudad no existe la tecnología adecuada para estos casos.
“La primera intervención la realizó el doctor Viruega en la Clínica Adventista el 17 de marzo de 2006. Fue una cirugía de ocho horas de duración con una vía combinada de abordaje por vía nasal y maxilar.
“A los dos meses, mi ojo izquierdo volvió a la normalidad y simultáneamente mi ojo derecho sufrió la misma desviación.
“Volví a consultar al equipo de neurocirujanos del Adventista ya que Viruega dejó de atender por padecer un cáncer terminal. La segunda cirugía fue el 14 de julio del 2006, con una duración de doce horas, la vía de abordaje fue exocraneal y con una altísima probabilidad de alterar mis funciones vitales, por la localización y el tipo de cirugía. Nunca tuve una recuperación, al contrario, el tumor siguió en progresión.
“Realizo una consulta en la Fundación Fleni donde me proponen otra intervención por vía endoscópica nasal, que duró cuatro horas y fue realizada el 20 de diciembre del 2006, por el otorrinolaringólogo Marengo. Allí se realizó la resección del 70 por ciento del tumor, ya que el resto no es abordable.
“Las biopsias siempre arrojaron el mismo diagnóstico: Cordoma Condroide en Clivus, tumor benigno pero muy invasivo, muy difícil de controlar por su ubicación y evolución, ya que al ser una paciente joven, el ritmo de crecimiento es mayor.
“En el mes de abril de 2007 hubo nuevamente una progresión de la lesión por lo cual comenzaron las consultas con el exterior. Mis signos siempre fueron los mismos, mis ojos desviados, que fueron limitantes para el ejercicio de mi profesión. Además he perdido el olfato y he quedado descompensada hormonalmente a todo nivel (tiroides, suprarrenales y ovario)”.