El autor de “La cultura de la convergencia”, dictó una serie de conferencias en las que desarrolló sus ideas sobre cultura participativa, inteligencia colectiva y alfabetización digital, entre otros conceptos que consideró “cruciales” para la educación de siglo XXI.

Sus presentaciones tuvieron como hilo conductor diferentes historias de adolescentes, a través de las cuales el especialista en tecnologías, mostró cómo opera hoy, en la práctica, la cultura participativa yla búsqueda y creación de conocimiento en la red, todo lo cual conlleva a un nuevo rol docente donde hay que desatar las habilidades investigativas y críticas que permitan convertir en conocimiento la basta información que la red ofrece.

Según Jenkins, “existen varios desafíos necesarios de asumir para ir disminuyendo la llamada brecha digital que todavía es enorme y que debe desaparecer. En esta cruzada los padres y profesores tienen un rol fundamental: participar de esta cultura, irla conociendo, experimentando y abriéndose ellos mismos a la comprensión de un fenómeno que muchas veces desdeñamos o rotulamos como inadecuado”. Un ejemplo aportado por él es la de aquellos padres que pueden pasar horas, incluso invirtiendo dinero para asistir personalmente, viendo y entreteniéndose con espectáculos deportivos, pero son incapaces de atender diez minutos a sus hijos cuando éstos quieren compartir con ellos algún juego digital.

Por esta razón abogó porque “el lenguaje digital tenga su espacio en la educación, incorporándolo a las clases, diseñando proyectos y difundirlos a través de la red, es el nuevo rol de los profesores y de los estudiantes que quieran aprender, conocer y colaborar con esta nueva cultura participativa, en la que nos guste o no- estamos inmersos.

Los datos duros para este planteamiento parten del hecho de que según un estudio reciente del proyecto Pew Internet & American Life, “más de la mitad de todos los adolescentes han creado medios de contenido y aproximadamente un tercio de ellos que utilizan Internet, han compartido los contenidos que producen”.

Según Jenkins, en muchos casos, estos adolescentes están “activamente envueltos en lo que llamó culturas participativas”. En una cultura participativa sus miembros creen en la importancia de sus contribuciones y sienten algún tipo de conexión social entre ellos pretendiendo, al menos, que los otros se ocupen de ver lo que desean compartir.

El acceso a las funciones de esta cultura participativa es también una nueva manera de currículo oculto, que debe ser considerado en las miradas pedagógicas. Hay un “empoderamiento” de niños adolescentes a través de esta información que circula y que conocen que los hace ser distintos a los estudiantes de décadas y generaciones anteriores.

Para el académico, es evidente que los colegios y las instituciones educativas han sido “muy lentas” para reaccionar ante la emergencia de esta cultura participativa; “la mayor oportunidad para el cambio actualmente se encuentra en los programas asociados a talleres extraescolares o extrainstitucionales, incluso, fuera del horario escolar”, advirtió.

Las escuelas y los programas deben dedicar más atención para incorporar lo que él llama “nuevos alfabetos de los medios”, un juego de “competencias culturales y habilidades sociales” que los jóvenes necesitan en el horizonte de los nuevos medios. La cultura participativa mueve su punto de mira de la educación del individuo hacia el desarrollo de la sociedad que se involucra. Los nuevos educados, casi todos, incorporan habilidades sociales desarrolladas por medio de la colaboración y el desarrollo de redes. Estas habilidades están construidas sobre los cimientos de la educación tradicional, investigación, habilidades técnicas y el análisis crítico, enseñados en el aula.

El desarrollar y alcanzar las competencias de tales habilidades sociales y culturales requiere –sostuvo Jenkins- “de una mirada más sistémica de la educación y es ahí donde nuestro rol docente adquiere sentido y relevancia en la educación del siglo XXI”. “Todos aquellos que estamos ocupados en la formación de jóvenes para su ingreso al mundo real, debemos colaborar decididamente en ayudar a los estudiantes en la adquisición de estas habilidades que serán necesarias para convertirse en plenos actores de nuestra sociedad”, concluyó.

Fuente: Planeta Educativo