"Por lo general los pacientes llegan derivados por el médico clínico, dado que algunos tienen la habilidad de detectar cuándo algo puede estar pasando. Lo primero que hay que hacer, mediante un estudio llamado fibrolaringoscopia que se lleva a cabo utilizando anestesia local, es detectar la presencia de lesiones en las cuerdas vocales. Luego, en caso que éstas se detecten, se procede a realizar el diagnóstico histopatológico -concretado mediante la realización de una microcirugía de laringe con biopsia- y posterior tipificación del tipo de tumor según tamaño, zona de ubicación y grado de diseminación", explicó el doctor José Llorens, médico otorrinolaringólogo y especialista en microcirugía láser del Hospital Universitario Austral.
Tal como refirió el especialista y de acuerdo con lo que muestran diversos ensayos internacionales, la identificación del tipo y grado de lesión es un paso muy importante, ya que de eso dependerá la conducta terapéutica a adoptar.
En los últimos años, en el mundo han avanzado mucho los tratamientos que brindan buenos resultados, con menor morbilidad. Entre éstos se destaca la utilización de láser, solo o asociado a la quimioterapia o radioterapia.
"Vale destacar que esto sirve siempre y cuando el tumor no haya pasado los límites de la laringe", agregó el doctor Llorens.
Cuando esto ocurre, o bien cuando el cuadro es maligno, debe optarse por realizar una cirugía de tipo tradicional o convencional. De lo contrario, la segunda etapa del abordaje (posterior a la microcirugía con biopsia), se lleva a cabo por vía endoscopica o transoral adaptada a un microscopio.
Lo positivo de este tratamiento es que el postoperatorio es muy corto y la posibilidad de desarrollo de comorbilidades, menor.
Esta enfermedad, que está muy relacionada con el tabaquismo, el alcohol y el reflujo gastroesofágico, representa entre dos y tres por ciento de la totalidad de los cánceres de cabeza y cuello, que a su vez constituyen el 5 por ciento de la totalidad de las patologías malignas del organismo.
El síntoma más frecuente y precoz es la disfonía o alteración de la voz, aunque también puede presentarse disnea (dificultad para respirar) o estridor inspiratorio (ruido al inhalar aire), dolores de garganta y disfagia o complicaciones para deglutir los alimentos.
Por eso cabe remarcar que cuando una disfonía dura más de 10 a 15 días sin que exista ningún antecedente de trauma fonatorio, debe realizarse una consulta con el especialista.
En cuanto a la prevalencia, los hombres presentan más posibilidades de padecer la enfermedad en comparación con las mujeres, aunque con el incremento de los casos de tabaquismo, el sexo femenino está llegando a la paridad.
Fuente: Pro Salud News