Una encuesta de Rosario3.com sobre 3.210 lectores mostró los contrastes de una realidad que viven todos los padres o familiares con niños a cargo. Es que desde la proliferación de la telefonía móvil, el uso de celulares ha sido adoptado con mucha fuerza por los más chicos, quienes además de entender al aparato como un instrumento de comunicación, ven en él un juguete y un elemento más a adquirir así como patalean y exigen la última versión de la muñeca Barbie o de tales o cuales patines. Por su parte, los padres cumplen con el deseo de sus chicos porque representa una forma de poder saber dónde y con quiénes están en un momento en que la inseguridad cobra terreno. Sin embargo, son mayoría los que opinan que recién en la adolescencia deberían empezar a usar celulares.

El 65 por ciento de las respuestas obtenidas en la encuesta se inclina a sostener que sólo es conveniente darle un teléfono móvil a un chico cuando ingresa a la adolescencia, es decir a partir de los trece o catorce años. En el otro extremo, un 16 por ciento de los lectores votó por la adquisición del celular una vez que la persona se convierta en un adulto. Cabe destacar que el mismo porcentaje se inclinó a ver con buenos ojos la entrega de un móvil a niños de entre 9 y 12 años y sólo un 2 por ciento se manifestó a favor de que niños de entre 2 y 8 puedan tener teléfono propio.

Así, según la encuesta, la mayoría de la gente cree que sólo los chicos más grandes – pre adolescentes y adolescentes – pueden contar con un móvil propio. Sin embargo, la realidad de las ventas demuestra que no siempre lo que se cree conveniente es lo que se practica. Rosario3.com consultó a vendedores de telefonía celular y la respuesta fue unánime: “El 20 por ciento de las ventas mensuales son de padres que le compraron sus teléfonos a los chicos de entre 7 y 12 años”.

Cecilia trabaja en una empresa de primer nivel y confesó que la escena de los padres que vienen a comprarle un “celu” a su hijito es de lo más frecuente. “En el discurso se niegan, dicen que es una barbaridad pero se lo terminan llevando”, comenta. Entre los motivos que expresan está el de la inseguridad y el hecho de que el resto del curso cuente con uno de esos aparatos. Lo mismo advierte Claudio, del Rey del Celular quien sufre de la tendencia en carne propia: “Como padre y como vendedor. Mi hijo tiene 7 y le compré un celular porque todos los compañeritos lo tienen. Yo lo veo porque los vendo acá. Además te da mayor seguridad”.

Según Claudio, los más chiquitos no gozan del crédito abierto y la mayoría son incluidos en los planes corporativos de sus padres. “Mi hijo sólo habla conmigo y mi señora. Si le diéramos libertad se come tres tarjetas por día”, asegura y afirma que en su negocio el tercio de las ventas son de equipos para niños.

“Los padres eligen aparatos básicos y fáciles de manipular con tarjeta”, informa Cecilia y aclara: “Estos modelos superan los $170 pero los más vendidos durante el Día del Niños fue un modelo con cámara a $219”. De acuerdo a su experiencia, los chicos prefieren los modelos con tecnología que los habilite a tomar fotografías, pero no llevan los más sofisticados.