Por ejemplo, hoy sabemos que nuestra percepción está dominada por la visión. Los neurofisiólogos han demostrado también cómo se pueden combinar de manera superaditiva estímulos que, presentados individualmente, son débiles e ineficaces, dando lugar a experiencias multisensoriales más intensas y ricas que la combinación lineal de las partes individuales. Las reglas sobre integración/percepción multisensorial ayudan a explicar por qué la comida y la bebida tienen un determinado sabor y por qué lo que es agradable a una persona puede disgustar a otro paladar.
Los investigadores argumentan que el carácter omnipresente de tales confusiones entre el olor y el gusto pueden reflejar una forma de sinestesia común a todos.En parte, el efecto multisensorial parece ser específico a la cultura y dependiente de la experiencia personal. Por ejemplo, si un europeo o norteamericano percibe el sabor a almendra y al mismo tiempo prueba un poco de azúcar, el sabor de la almendra se potencia. Esto es porque, para este grupo, la combinación de almendras y azúcar es natural y, por ello, son capaces de integrar ambos estímulos. En cambio, para los japoneses el olor a almendra se asocia con el gusto salado. Así, en esta cultura se presenta una mayor respuesta a la combinación de almendra y sal, pero no a la de almendra y azúcar. Nuestro cerebro parece aprender a combinar sólo los sabores y olores que concurren en los alimentos que consumimos.
La mayoría de las investigaciones versan sobre al disfrute de la comida y bebida proveniente de la sensación oral unificada del gusto y el olfato (ortonasal y retronasal). Sin embargo, nosotros hemos querido prestar atención especial al tema relegado de cómo y qué escuchamos a la hora de ingerir alimentos.
¿Influyen los sonidos relacionados con los alimentos sobre nuestra percepción? Experimentos llevados a cabo en nuestro laboratorio en Oxford han demostrado que los sonidos de los alimentos contribuyen a la percepción de frescura y a la sensación crujiente de papas fritas, galletitas, cereales para el desayuno y verduras.
Los participantes en la investigación tuvieron que morder 180 papas fritas y calificar la percepción de frescura y la sensación crujiente de cada una. Los sonidos emitidos al morder cada patata frita eran recogidos por el micrófono, modificados y, a continuación, inmediatamente reproducidos a los participantes por unos auriculares. Las patatas fritas fueron calificadas como significativamente más crujientes y frescas si se incrementaba el nivel sonoro en general, o si se hacía más alta la frecuencia del sonido crujiente al morder la patata.
La percepción del grado de carbonatación de una bebida (o lo burbujeante que es) también se ve afectada por el sonido que emite. De hecho, empresas como Unilever, Procter & Gamble y Nestlé han comenzado a utilizar esta técnica inspirada en la psicología al desarrollar sus nuevos productos alimenticios.
Los estudios de integración multisensorial de los estímulos auditivos, visuales y táctiles pueden ayudar a explicar el funcionamiento de la percepción del sabor. La psicología cognitiva y las neurociencias pueden ayudar a crear nuevos sabores, sensaciones y experiencias a la hora de la comida que pueden estimular más efectivamente la mente, y no sólo la boca, del consumidor.
Fuente: Ciencia Cognitiva