El Informe sobre tendencias sociales y educativas en América Latina que fue presentado en diciembre de 2008 destaca, entre sus principales conclusiones que “ la proporción de graduados del nivel medio dista de ser la ideal, lo cual refleja que el proceso de universalización de la escuela media aún está inconcluso”. Se trata de una publicación anual elaborada en el marco del proyecto SITEAL, una iniciativa que el Instituto Internacional de Planeamiento Educativo de la UNESCO y la Organización de Estados Iberoamericanos desarrollan en forma conjunta desde inicios del año 2003.
“La proporción de graduados de nivel medio dista de ser la ideal”
El último Informe sobre tendencias sociales y educativas en América Latina que se presentó en diciembre de 2008 asegura que uno de los principales desafíos a enfrentar en esta región está representado por la relación entre los adolescentes y la escuela
La publicación pone a disposición de los actores de la comunidad educativa herramientas conceptuales y de diagnóstico destinadas a contribuir a la formulación de políticas educativas sensibles a la complejidad y diversidad de escenarios sociales que se van configurando en los países de la región. Las conclusiones se desprenden de una exploración en profundidad de las encuestas de hogares que se generan, año a año en los países de esta región.
En este tercer número del Informe sobre tendencias sociales y educativas en América Latina, publicado en diciembre de 2008, se hace énfasis en los adolescentes y su relación con los sistemas educativos, especialmente desde que quedan en la agenda educativa como uno de los principales desafíos por afrontar.
Se muestran dos aspectos de la relación de los sistemas educativos con los adolescentes. Por un lado, recuperando toda una tradición del análisis de las desigualdades sociales en el acceso al conocimiento, y mostrando desde allí el modo en que el origen social de los adolescentes marca trayectorias educativas muy diferenciadas. Por el otro, invitando a incorporar una mirada que va más allá del origen social de estos adolescentes, y que pone el énfasis en aspectos más relacionado con su subjetividad, con sus formas de socialización, sus elecciones, sus identidades.
Subyace a la elección de esta doble mirada la certeza de que ambas se necesitan a la hora de abordar el diseño de estrategias educativas tendientes a garantizar una educación de calidad para todos ellos, y ofrecerles la posibilidad de completar el nivel medio de un modo que les represente una experiencia altamente enriquecedora y formativa para su vida en el futuro.
De acuerdo a esta investigación, cuatro de cada diez jóvenes de entre 18 y 24 años finalizaron sus estudios secundarios; de ellos la mitad cursa alguna carrera en el nivel superior. En este grupo entre seis y siete de cada diez jóvenes terminan la secundaria pero sólo cuatro de cada diez graduados inician una carrera en el nivel superior. “Ahora bien, la información analizada hasta el momento permitió dimensionar el grado de terminalidad del nivel medio y posterior acceso al nivel superior. Existen algunas diferencias de peso entre las carreras terciarias y universitarias que merecen ser destacadas”, aclara el informe.
Las carreras del nivel no universitario son más cortas que las universitarias y están orientadas
fuertemente a desarrollar habilidades técnico-profesionales que permitan una rápida inserción laboral. A la vez, los planes de estudios son flexibles frente a estudiantes que trabajan. Sumado a esto gran parte de la enorme diversidad de instituciones de educación superior no universitaria favorecen el ingreso de estudiantes a través de incentivos, en contraposición a los sistemas de ingreso restrictivos característicos de muchas universidades de la región. En varios países los aranceles del nivel superior no universitario representan la mitad de la cuota de las universidades. A la vez, la oferta de instituciones de educación terciaria está más dispersa geográficamente, lo cual permite que los aspirantes no tengan que movilizarse para estudiar. En síntesis, el nivel no universitario pareciera ser una opción para grupos de jóvenes que de otro modo no lograrían continuar sus estudios dentro del sistema formal, en tiempos en donde el título secundario pierde paulatinamente su valor como garantía de una buena inserción en el mercado laboral”.
En la información analizada de los cinco países considerados se observa claramente que los estudiantes de carreras terciarias buscan insertarse laboralmente paralelamente a la intención de
estudiar, en mayor medida que quienes cursan estudios universitarios. Como se ha dicho con anterioridad, este aspecto muy probablemente sea un factor de peso en el momento de tomar la decisión de iniciar estudios superiores, dado que en esta franja de edad la posibilidad de seguir estudiando muchas veces está sujeta a la posibilidad de generar ingresos simultáneamente. La situación más extrema es la de Chile, en donde la brecha en la tasa de actividad de los estudiantes de carreras no universitarias y los del nivel universitario supera los catorce puntos porcentuales.
Un factor que influye en la continuidad de los estudios superiores es el peso de la tradición familiar. Esto es, haber nacido en hogares con adultos que hayan cursado estudios superiores conlleva una naturalización del nivel mucho mayor que en hogares con adultos de menor nivel de instrucción. Existe una diferencia muy marcada en la proporción de estudiantes con padres que accedieron al nivel superior entre quienes cursan actualmente una carrera universitaria o terciaria. De este modo, toma fuerza la posibilidad de pensar a las carreras terciarias como una opción para generaciones de ruptura y superación respecto a la instrucción de sus padres, para quienes tal vez, la educación universitaria todavía se encuentre vedada.
En Perú, México y Chile sólo dos de cada diez estudiantes del nivel terciario tienen padres que también accedieron al nivel superior. En Argentina esta proporción asciende a tres de cada diez y en Bolivia desciende a uno de cada diez estudiantes del nivel no universitario. La situación de los estudiantes de carreras universitarias es muy diferente.
El peso del grupo de estudiantes universitarios con padres que superaron los estudios secundarios alcanza a la mitad en Perú; en Argentina, Chile, México la relación disminuye a cuatro de cada diez, y en Bolivia a tres de cada diez.
Por otra parte, la proporción de estudiantes pertenecientes al estrato de mejores ingresos es considerablemente mayor entre los estudiantes universitarios que entre los del nivel terciario. Más de la mitad de los estudiantes universitarios de Argentina, México, Perú y Bolivia provienen de hogares con alto nivel de ingresos, y en Chile esta proporción alcanza a seis de cada diez. La brecha más amplia en relación con el nivel terciario se encuentra en México, Bolivia y Perú. En estos países sólo tres de cada diez estudiantes de carreras terciarias provienen de hogares pertenecientes al estrato social mejor posicionado.
A modo de cierre, de la información presentada en este documento se destaca que la proporción de graduados del nivel medio dista de ser la ideal, lo cual refleja que el proceso de universalización de la escuela media aún está inconcluso. Las diferencias en las magnitudes y relación entre terminalidad secundaria e ingreso al nivel superior da lugar a configuraciones diferenciadas de países que invitan a profundizar sobre los mecanismos de selección de la matrícula vigentes en menor o mayor medida, antes o después en el proceso educativo.
Fuente: SITEAL