Chicos, jóvenes y adultos se suman a la propuesta que Adrián Paenza hace en sus cuatro libros “Matemática...¿estás ahí?”. El autor invita a pensar, dudar y equivocarse para llegar a las respuestas que se publican al final de cada libro. Poco a poco, tomo tras tomo, error tras error, acierto tras acierto, muchos fueron sumándose a esta “cruzada” y se pasaron “del lado de la matemática”. “Empezaron a perder ese miedo tan generalizado a no entender”, asegura Paenza.

En “Episodio 100” el autor recibió aportes de otros matemáticos o lectores, para él, se trata de un “recurso permanente”: “porque no quiero dejar de darle crédito cada vez más a la cantidad de gente que está participando en esto. Porque las historias no son mías, por supuesto que el libro contiene un montón de cosas que tienen que ver conmigo, la forma de presentarlo, la selección del material, pero yo no me quiero quedar con el crédito. Hay algunas historias que se conocen desde hace 400 años. Si yo me encuentro con una persona en un bar, un ex alumno mío o un compañero de la facultad y me dice: “Mirá, vos publicaste esto, pero se podría haber resuelto de esta otra manera”, ¿por qué no le voy a dar crédito? El libro demuestra que hay un montón de gente que está involucrada, pensando”, reflexiona.

Con relación al miedo que genera la matemática, en una entrevista publicada en Página 12 Paenza comentó: “Quién sabe si tengo razón, ¿no? Yo viví ese temor a la matemática en el aula. Hay un halo de que es algo extraño, que uno no va a entender, que es complicado, que para qué sirve; es una suerte de filtro que uno tiene que pasar por la vida y aquellos que son más fuertes toleran ser castigados con piedrazos. Aparte, el que supera ese miedo a la matemática tiene patente de inteligente, cosa que me resisto a usar porque no sé bien qué es la inteligencia, pero dentro de la sociedad la concepción es que es un bocho, un nerd, está con la cabeza en otra cosa, es distinto. Lamentablemente no creo en eso, me parece perverso y por eso lo quiero discutir”.

“Como sociedad parece que necesitamos saber quién es el mejor de todos, quién salta más alto, quién corre más rápido, quién es el ganador. Pero en todo caso ganador hay uno solo y todos los demás ¿qué somos? ¿Perdedores? Esa es una sensación fea que genera la matemática: que el primero que llega a resolver un problema es el ganador; entonces los otros qué hacen. Hay que aprender a coexistir con la frustración de no saber algo. Uno no es peor porque primero se le ocurrió a otro. A mí no me gusta escribir las soluciones, yo quisiera poder escribir en el texto aun el error, mostrar cómo uno piensa. Los científicos publican sólo las cosas que les salen bien, pero también se equivocan. ¿Cuál es el problema que no se puede tolerar el error?”, se pregunta Paenza.

“La única manera de aprender, es con el error. El acierto de entrada es como sacar generala servida. Y sí, puede ser que pase, pero la probabilidad es baja. Y además es muy frustrante, porque cómo hacés si no se te ocurre cómo resolver un problema. Eso es lo que genera miedo. El mensaje que quiero dejar siempre es que si te equivocás no pasa nada, que hay que equivocarse. La equivocación no es una etiqueta final, la equivocación es parte del acierto. Para poder llegar al acierto es necesario pasar por una serie de etapas en donde pareciera que hay una equivocación. Para poder encontrar el camino adecuado primero hay que probar por otros caminos que no sirven”, reflexiona.


Indagado acerca de por qué en otras ciencias la equivocación no está tan penalizada como en la matemática el periodista y matemático explica: “Las ciencias sociales no son taxativas, la matemática está bien o está mal, no hay alternativas o posibles lecturas. Frente a un problema hay un resultado. Las ciencias sociales toleran interpretaciones, opiniones; en la matemática no es así. Pero también es matemática otra cosa. Por ejemplo: dos personas juegan a tirar una moneda al mejor de siete veces. De pronto se corta la luz cuando va ganando uno de los jugadores tres a dos. Cada uno había puesto 50 pesos. Hay varias alternativas para resolver cómo separar el dinero: puede ser 50 para cada uno, 60 y 40, 66 y 33, o 75 y 25. No hay una manera correcta porque hay que rehacer las reglas del juego. Ahora, si nadie está educado para pensar eso, queda como que hay una sola posibilidad. La matemática no te dice cuál elegir, pero te educa para saber que hay otras maneras de entender el problema y elegir después con otros criterios. En este sentido, la matemática ya no es más “éste es el resultado correcto y éste el incorrecto”.
Siempre hay algo más para pensar y la matemática no está reducida a hacer una cuenta. La matemática es la capacidad para pensar, para conjeturar, para salirse del plano, para “pensar fuera de la caja”, como lo llaman los norteamericanos”.

Para Adrián Paenza “la Matemática es bella” y habla del rol de los matemáticos: “Una de las cosas que se discute es cuál es la tarea de un matemático, qué hace. Hoy la definición más aceptada es que un matemático se encarga de la búsqueda de patrones, de patrones de forma, de movimiento, de patrones numéricos. Y esto permite que se pueda exhibir la belleza de la matemática. Hay algunas cosas que son maravillosas. Ahora, como en el cuento de la princesa del primer libro, para poder verlo necesitás los anteojos. También quise mostrar cómo hay gente en el mundo que se reúne anualmente para discutir cómo ligar la matemática con la magia. Se hacen un montón de trucos, pero no me gusta llamarlos trucos, porque los magos son los que hacen trucos; la matemática lo que tiene es problemas para resolver. Mi aspiración no es que todo el mundo sea matemático en la vida, pero por lo menos que antes de desecharla sepan que está en el menú”.

Fuente: diario "Página 12"