Si bien la definición fue por caminos diferentes (aquella vez, Goetze puso el 1 a 0 para Alemania en el suplementario, hoy la cosa fue por penales), puede hallarse otros parangones además del de la sensación de tristeza y dolor que se repite en el corazón de los hinchas argentinos.

Una de las similitudes es la maldición de las lesiones que persiguen a Ángel Di María cuando debe jugar una final con la selección; en Brasil, una dolencia directamente lo sacó del encuentro decisivo; esta vez, un tirón lo marginó apenas a los 24 minutos de juego.

Había hecho una muy buena Copa América, con el rendimiento superlativo (como todo el equipo) ante Paraguay, pero el fantasma de una nueva lesión le impidió mostrar todo su talento y aportar lo suyo en el juego más importante.

Messi tampoco puede

Finalmente, también hay que hacer referencia al trabajo de Lionel Messi en esta final: también en Santiago, como aquella vez en el Maracaná, no pudo gravitar. Estuvo absorbido por la marca chilena (muy agresiva con él ante cada arremetida) y no logró transformarse en la manija del equipo. Sí pateó con convicción y precisión el penal. Pero le sigue faltando eso que le reclaman sus “anti”: una actuación consagratoria.