Fue una catástrofe para el gobierno. Por más que Néstor Kirchner haya dicho que su derrota fue por sólo "un puntito" e incluso minimizara así el triunfo de Carlos Reutemann –que fue por algo menos de dos puntos–, ahora su principal adversario interno dentro del PJ. El oficialismo sufrió este domingo en las elecciones legislativas una duro golpe, que se tradujo en la pérdida de cerca de veinte bancas y un claro debilitamiento de su poder, y el ex presidente perdió con Francisco de Narváez en provincia de Buenos Aires, lo cual empieza a marcar el ocaso de la principal figura política del país en los últimos seis años.

Demacrado, con signos de una dura jornada en el rostro, Kirchner esperó hasta pasadas las 2 de la mañana para enfrentar a los medios en el discurso quizás más difícil de toda su carrera política. Y dio señales de que la elección cambió las cosas. "Convivencia", " consenso", "gobernabilidad" fueron algunas de las palabras que brotaron de su boca, primer síntoma de que hay una toma de conciencia de que hay un nuevo mapa político en el país que obliga al gobierno a una actitud que nunca tuvo: diálogo. Además, aseguró que desde mañana su misión –en realidad la de su esposa Cristina, que se llamó a silencio– será continuar administrando la Argentina, con lo cual buscó despejar versiones que hablaban de un adelantamiento del recambio del poder. Es más, dijo que el kirchnerismo seguirá trabajando para ser alternativa en 2011.

Sin embargo, parece complicado que Kirchner o Cristina tengan 2011. Lo mismo, aunque en menor grado, para Daniel Scioli, que lo acompañó en el reconocimiento de la derrota y cuya candidatura "testimonial" tampoco alcanzó para torcer la voluntad de una sociedad que, está claro, del conflicto del campo para acá inició un camino de alejamiento del matrimonio presidencial.   

El camino de aquí para adelante será difícil para un oficialismo que perdió peso legislativo y preminencia en varias provincias, fundamentalmente las más grandes: fue segundo en Buenos Aires y Mendoza –donde los candidatos del vicepresidente Julio Cobos obtuvieron un triunfo contundente–, tercero en Santa Fe –donde se impuso el Lole, quien aparece como el principal referente para una etapa poskirchnerista en el PJ– y Córdoba y cuarto en Capital Federal. Además, Cristina no fue profeta ni en la tierra en que votó: el oficialismo perdió en Santa Cruz.

Así, la mitad de las provincias, y todas las más importantes se pintaron en esta elección de colores diferentes al del oficialismo. ¿Puede un gobierno mantenerse así sin cambiar?