El objetivo que se fijó Diego Golombek al llevar adelante el proyecto fue transmitir, “de manera entretenida y rigurosa, que la ciencia es parte de la cultura y una experiencia cotidiana para todos”. La colección trabaja temas bastante generales, la mayoría de ciencias naturales.
Para el biólogo, “la divulgación científica es como un estilo literario”. Golombek destaca que el best seller de la colección "es la serie de libros sobre matemáticas que escribió Adrián Paenza, que ya fueron traducidos al alemán, al italiano y al checo". Y enseguida agrega que el fin es también "humanizar el trabajo del científico, que puede ser el tipo que está sentado en la mesa de al lado en el café y que va a la cancha" y que otro objetivo es promover la "comunicación pública de la ciencia".
La aclaración de Golombek sobre los científicos atenta contra cientos de películas, cantidad de libros y obras de teatro que crearon un estereotipo muy particular no sin mucho esfuerzo: el “científico loco”. "Ciencia que ladra" nació en el 2005 y ya tiene 28 títulos publicados, a partir de una iniciativa académica en la Universidad Nacional de Quilmes. “Pensamos hacer una colección de divulgación científica sobre todo basada en textos de científicos, no necesariamente de escritores o periodistas, lo cual ya es todo un desafío, porque los científicos no escribimos libros de textos, sino papers básicamente. La idea era contar un poco lo que se hacía desde diferentes áreas del conocimiento”, aclara.
La variedad temática es amplia. Por ejemplo, "La historia universal de la infamia científica", de Matías Alinovi es un libro sobre fraudes, “pero es atípico”, explica Golombek. “En vez de contar el fraude, cuenta la ciencia detrás del fraude, que siempre sucede en un contexto determinado”, sostiene.
El director del proyecto señala que “la colección fue pensada para nuestros pares más jóvenes, y pibes ya interesados por la ciencia. De pronto tuvimos un aluvión de lectores en sentido general. Además siempre buscamos seducir lectores que no acostumbran comprar textos sobre ciencia. Por eso los temas son atractivos, libros cortos, relativamente baratos, con guiños a la cultura, al cine, al teatro”.
Golombek reconoce que también los ayuda la aparición de figuras mediáticas como Adrián Paenza, que cambiaron los actores que consumen este tipo de textos. “Hay periodismo especializado en ciencia. Los medios se dieron cuenta que es un tema de interés, que es importante contarlo y aparte a la gente le interesa leerlo. El público quiere saber de que se trata. Es uno de los motivos principales para hacer comunicación pública de la ciencia. La ciencia no está tan lejos”, concluye.
Fuente: El Cronista