La revista científica “Nature”, calificó a los azúcares añadidos como “la verdadera amenaza” de la salud mundial y advirtió que en algunas partes del mundo suponen más de 500 calorías al día en la dieta de una persona, a la vez que recordó que el exceso de azúcar induce la aparición de las enfermedades asociadas con el síndrome metabólico: diabetes, hipertensión, ácido graso, problemas lipídicos y patologías cardiovasculares. Por eso algunos expertos recomiendan emprender acciones para reducir su consumo, aunque la situación no es tan dramática en todos los países.

Los científicos Robert H. Lustig, Laura A. Schmidt y Claire D. Brindis, de la Universidad de Califorma en San Francisco, advierten sobre los riesgos que corre la población, especialmente aquellos con una dieta occidental, debido al elevado consumo de azúcares añadidos.

Los autores señalan que, si bien "mucha gente piensa que la obesidad es la causa que subyace" a las enfermedades no transmisibles (cáncer, diabetes, patologías cardiovasculares), se trata simplemente de "un marcador de la disfunción metabólica, que es mucho más frecuente".

Aunque el tabaco, el alcohol o el consumo de grasas influyen en la aparición de estas alteraciones metabólicas, el artículo apunta a los azúcares añadidos como pieza fundamental en la epidemia de alteraciones metabólicas que existe en el mundo: el 80% de las personas obesas las sufren y también el 40% de los que tienen un peso normal.

Muchos alimentos procesados, cada vez más presentes en la dieta de los países occidentales, contienen azúcares añadidos. Las gaseosas y los jugos procesados, también son fuente de fructosa, el principal edulcorante industrial. Su uso generalizado ha hecho que en algunos países del mundo la cantidad de calorías procedentes de estos azúcares supere las 600 calorías por persona y día, unos 200 gramos.

"Durante los últimos 50 años, el consumo de azúcar se ha triplicado en el mundo", subrayan los autores. Fenómeno especialmente notable en Estados Unidos, Dinamarca, Nueva Zelanda, Suiza, Bélgica y algunos países de América Central. Algunos gobiernos, como el danés, se están planteando crear un impuesto especial para los alimentos que contengan estos azúcares, igual que ya lo hiciera con aquellos ricos en grasas “trans”.

Esta es una de las estrategias defendidas por los autores para limitar el consumo de lo que ellos consideran una "amenaza para los individuos y la sociedad". Como medida última e ideal, señalan a las compañías para que éstas reduzcan la cantidad de fructosa en sus productos aunque señalan que tienen pocos incentivos para hacerlo porque "el azúcar es barato, sabe bien y se vende".