Los videojuegos pueden convertirse en instrumentos educativos que faciliten el aprendizaje de niños y niñas con necesidades educativas especiales. Es la conclusión principal de un proyecto llevado a cabo por un grupo de investigación formado por especialistas en educación, comunicación y psicología de la Universidad de Alcala (UAH) y la UNED, en España.

Una de las conclusiones del trabajo es que la utilización en las clases de recursos no diseñados para el aprendizaje formal, como es el caso de los videojuegos, ha roto con una dinámica muy pautada y estructurada de las herramientas habituales, fundamentalmente en este tipo de alumnos, y ha dado como resultado un aprendizaje más auténtico y motivador y una mayor capacidad para relacionarse. A su vez, el uso de los videojuegos comerciales ha supuesto un enorme cambio en el uso de la tecnología por parte de estudiantes a los que hasta ahora no se les contemplaba como usuarios de tecnología.

Otro de los resultados ha sido la capacidad para avanzar y progresar según las posibilidades de cada alumno, lo que ayuda a incrementar la autonomía y capacidad de decisión, muy difícil de conseguir con este tipo de alumnado. Además, los retos y problemas del videojuego y las ayudas que ofrece para superarlos se adaptan perfectamente a diferentes capacidades y ritmos de aprendizaje respondiendo de una forma ajustada a las necesidades de todos los estudiantes.

"Los videojuegos son una herramienta que en sí misma se adapta perfectamente a los ritmos de cada alumno", comenta Laura Méndez, coordinadora pedagógica del proyecto.

"El trabajo que estamos haciendo con los alumnos de necesidades especiales es fundamental para que tengan iniciativa. Estos niños toman muy pocas decisiones a lo largo de su vida ya que continuamente les estamos diciendo qué tienen que hacer, pero con los videojuegos son ellos los que deciden y son autónomos para la toma de decisiones. Y lo más importante, si toman una decisión equivocada no pasa nada porque las consecuencias no van más allá del videojuego", señala Rosa Píriz, profesora de Pedagogía Terapéutica del IES Manuel de Falla.

Fuente: Universidad de Alcalá – España