Virginia Giacosa

El VIP de Luis Miguel parece una despedida de solteras. Grititos, saltos, chicas con cuernitos rojos en la cabeza, rosas prendidas en los escotes turgentes, un sombrero brilloso que parece de cottillón, vasos de cerveza que van y vienen y cantos desaforados. Falta que aparezca un stripper y arranca la fiesta. Pero no, al que esperan es a Luis Miguel que, aunque todavía no lo saben, va a tardar más de una hora y media en llegar.

"Acá estamos todas calientes", lanza una rubia. Lleva una musculosa apretada con la cara del mexicano plasmada en la delantera. En una mano un vaso de cerveza y en la otra un roll de sushi. La chica se ríe, bailotea y cuenta que hace casi medio año compró la entrada para estar lo más cerca posible de su ídolo. El ticket no le costó menos de 1.500 pesos. Con él tiene el pase para sentarse en un lugar preferencial y para disfrutar de la previa del VIP.

Bajo un gazebo blanco se alinean varios stands de degustación de comida y bebida. En una pantalla se exhiben videos del cantante y mientras las chicas del club de fans entonan "No sé tú" a viva voz ante el móvil de Telenoche, otras se abalanzan sobre las mesas para abarajar una empanada, un pedazo de queso o un vaso de Fernet.

"Somos de Córdoba, lo seguimos a todos lados, ya tenemos la entrada para verlo allá pero no queríamos perdernos este show", dice Mariela entusiasmada mientras se hace de una pila de sanguchitos de miga para ella y su grupo de amigas.