Pensar en un viaje a Marruecos es entrar instantáneamente en un espacio donde los sentidos se inundan de sensaciones. Sonidos de multitud, música, colores brillantes, aromas exóticos, envolventes, invasivos, de sabores y de texturas ya en sus en sus telas ya en sus comidas. Mercados desbordantes de mercancías. Las ciudades se levantan como las escenografías de un cuento.