Un estudio publicado en el último número de la revista Circulation, de la Asociación Estadounidense del Corazón, muestra que la música de tempo más rápido aumenta el ritmo respiratorio y cardíaco, así como la presión arterial. En cambio, la música más lenta genera un efecto contrario.
Según los científicos de la Universidad de Pavia, en Italia, la ópera puede incluso ayudar en la rehabilitación de los pacientes que han sufrido un derrame cerebral. Para ellos, este estudio viene a confirmar lo que en muchos hospitales del planeta ya es una práctica cotidiana: el uso de música como una herramienta terapéutica más.
Además de ser una terapia barata y fácil de administrar, se ha demostrado que la música tiene efectos perceptibles en el organismo y el ánimo. Y sin efectos secundarios: reduce el estrés, calma el dolor, aumenta la autoestima, mejora conductas, son algunos de los beneficios observados en pacientes con enfermedades tan diversas como alzheimer, parkinson, traumatismos de cráneo, autismo, demencia, trastornos de conducta, ceguera, VIH, patologías mentales y neurológicas.
"Una música que produce un efecto de relajación hace que el paciente entre en un estado que favorece su sanación", dice la doctora Francisca Paravic, fisiatra de Clínica Indisa, uno de los pocos centros de salud privado en donde se está trabajando en un proyecto musical en la unidad de pacientes críticos.
"Se establecen rangos y parámetros de movimiento, según la necesidad terapéutica. Así se trabaja no sólo lo funcional, sino también la parte emocional y social", explica el musicoterapeuta Sergio Hazard, quien también ha realizado terapias con pacientes con parkinson, quienes mejoran su marcha y equilibrio al ritmo de la música.
Los beneficios de la música también tocan a los recién nacidos. Un estudio canadiense publicado este mes en la revista Archives of Disease in Childhood afirma que la música ayuda a las guaguas prematuras a reducir el dolor y mejorar su desarrollo y crecimiento.
Los investigadores de la Universidad de Alberta también hallaron evidencia preliminar de que, además de calmar a los niños y sus padres, la música puede estabilizar la condición del recién nacido, mejorar su saturación de oxígeno y ayudarlo a subir de peso, reduciendo su período de hospitalización.
Fuente: El Mercurio