Para la doctora Edith Litwin, especialista en educación y nuevas tecnologías, el problema de la alfabetización digital en contextos educativos implica un gran desafío para la formación y el trabajo docente. “Las nuevas tecnologías están incorporadas a la vida cotidiana de la gente, pero no necesariamente los profesores siempre entienden el amplio sentido de su incorporación en los trabajos del aula. A veces se introduce casi como una necesidad, pero en términos de obligación; pareciera que estar actualizado es únicamente usar las tecnologías en las clases, pero sin entender su valor y su potencia pedagógica”, expresó.
Según la especialista, entonces, habría que pensar que el concepto de alfabetización digital deberá enmarcarse en una suerte de un nuevo “hacer-saber” (enseñar contenidos significativos) y “saber-usar” (aplicarlos en forma adecuada, responsable, productiva): “Se trata, a mi entender, de pensar y reflexionar de qué manera para el docente el trabajo con las tecnologías le va a permitir un uso más eficaz de los contenidos en las clases”, dijo.
De todos modos, los problemas de infraestructura no deben pasarse por alto. “Si en la escuela no están los insumos, la banda ancha, etc., no se puede empezar a alfabetizar en nuevas tecnologías. Por un lado, está la disponibilidad material. Por el otro, la necesidad de que el docente sepa para qué usar y cómo enseñar a usar”, advirtió la experta.
Al mismo tiempo, una vez que se disponga de los elementos, “será cuestión de ver cómo se le dan a las nuevas tecnologías en el aula un uso potente y adecuado para la enseñanza. Porque a veces la utilización de una tecnología nos puede ayudar para favorecer la comprensión de un problema, por ejemplo, pero no siempre ni en todos los casos”, agregó.
¿Cuán lejos estamos de lo que los europeos denominan “Educación 2.0”? Esto pareciera hacer un contraste insalvable con los flagelos de fondo a que se enfrenta la educación actual en la Argentina (indisciplina, violencia escolar, marginalidad). Para Litwin, “la educación argentina no está tan lejos de incorporar algunas formas de educar tanto por medio de los soportes tradicionales -como el libro, la oralidad, etc.-, como por lo multimedial (presentación de clases en powerpoint, inclusión de videos y audios en los contenidos, tutorías virtuales, etc.). Pero tampoco tan cerca, porque lo que tiene nuestro país es esta profunda fragmentación social, que incide directamente en la educación. Hay escuelas que cuentan con gabinetes informáticos con tecnología de punta, y otras, sumidas en la pobreza y la marginalidad, que no tienen ni siquiera lápices o cuadernos. Quizás esa brecha digital es la expresión de la fragmentación e inequidad social, que habrá que revertir”, concluyó la especialista.
Fuente: El Litoral