Este jueves a las 21.30, en el teatro Broadway, San Lorenzo 1213, se presenta por primera vez en la ciudad Melendi –a secas– en el marco del tramo latinoamericano del Tour Lágrimas Desordenadas, gira que hace referencia al título de su último álbum
Nacido en Oviedo en 1979 como Ramón Melendi Espina, el cantautor acumula en una década 1.200.000 de copias vendidas de sus siete discos, en tanto que a sus conciertos –a ambos lados del Atlántico– asistieron más de un millón de personas.
Autodefinido como “un contador de historias cotidianas”, el músico reconoce entre sus principales influencias a Extremoduro, Joaquín Sabina, Joan Manuel Serrat y Patxi Andion. "Son un espejo en el que mirarme”, explica.
Con una reputación ganada, su paso por la versión española del reality La Voz marcó un quiebre en su carrera que le permitió llegar a públicos incluso más allá del territorio europeo.
Antes de su desembarco en Argentina, que incluye shows en Córdoba, Rosario y Avellaneda, Melendi dialogó con Rosario3.com
—Si bien ya te presentaste en el país, es la primera vez en Rosario ¿Cómo será el show?
—Hemos cambiado el repertorio hace muy poquito así que estamos casi de estreno, y lo hemos adaptado para gira latinoamericana que comenzó en Venezuela. Elegimos canciones reconocibles, aunque presentemos un disco nuevo. Es un repertorio muy amplio, con muchos discos, con mi banda, con la idea de que el público participe mucho. Bueno, ya te digo, estoy un expectante. Queremos que la gente la pase bien y que se olvide un poco de los problemas
—Con una década a cuestas y algunos episodios en el pasado, ¿Qué cosas cambiaron en vos?
—Hombre, han cambiado muchas cosas, no es lo mismo lo que ves cuando tienes 25, cuando tiene 30 que cuando tienes 35, que es la edad voy a cumplir. Yo soy un cantautor que habla de cosas cotidianas, de las cosas del día a día, y con el paso de los años a uno le cambia un poco su forma de pensar, sobre todo cuando tienes hijos. Y es normal que vaya cambiando mucho, sobre todo, el punto de vista de las cosas de las que hablas. Aunque a veces, de noche, cierro los ojos y sigo viendo un niño, pero me ha crecido ya la barbilla…
—¿Cuánto influyó en esa maduración la llegada de los hijos?
—La llegada de mi hija representó, hace ocho años, un cambio de vida. No porque no me gustara la vida que llevaba, sino porque es difícil sostenerla mucho. Y cuando llegan los hijos, empiezas a plantearte las cosas de otra manera. Yo digo que ellos fueron para mí un bote de salvación.
—¿Y qué pasa si quieren seguir tus pasos y dedicarse a la música?
—No, calla, calla…Al final, ellos van a ser lo que quieran, lo que les pida el cuerpo, lo que los haga felices. Como padre, voy a poner a su alcance todas las armas que estén en mi mano para que ellos encuentren algo que de verdad quieran hacer. Pero, bueno, mi madre quería que yo llegue a cirujano. Las cosas son así. Mira, te digo que el pequeño –con tres años– ya apunta un camino muy peligroso. Ya abordó la batería y el piano. Así que me parece que no me escapo.
—¿Cuánto hay de propio y cuánto de ajeno en eso de ”contar historias”?
—Mis canciones se nutren de historias, de noticias, de cosas que me cuentan y las pasa por mi manera de pensar. Así surge la propuesta que tengo. Yo no soy portento de cantante, no tengo una gran voz; pero gracias a Dios, mucha gente se identifica con el prisma con el que veo las cosas.
—¿Cómo surgió “Tu jardín con enanitos”?
—La verdad es que, muchas veces, cuando te pones a escribir una canción, empiezas hablando de una cosa y luego terminas hablando de otra. Yo creo que el tema de la inspiración ni los propios artistas sabemos explicártelo. Lo que sí es verdad es que lo que escuchas al final es una declaración de amor total, y yo creo que son todas las mentiras que una mujer quiere escuchar (risas) Es una broma.