Matías Manna (@matiasmanna) (*)

Cada entrenador tiene sus premisas. La construcción inicial de los equipos suelen estar relacionadas a ellas. Casi todos respetan una, a esta altura un cliché, relacionada al “de atrás para adelante”: lo primero la defensa. Luego el resto. La prioridad es asegurarse buenas transiciones defensivas y ser sólido en esa línea (¿se puede cumplir esto sin pensar en atacar?).

Otros más audaces sostienen: “Mi equipo tendrá siempre un defensor más que la delantera rival, si el rival ataca con tres, pondré cuatro defensores, si pone uno sólo pondré dos”. A su vez, entre otras premisas a la hora de pensar en la génesis de un equipo, están los amantes de lo ofensivo: “Mi equipo llegará al área rival con seis hombres”.

Poder denotar esas primeras intenciones exhibirá la identidad del equipo en el futuro. Muchos olvidan, en ese momento, al mediocampo. Lo piensan como una mera transición o un complemento para ser mejores en la “fase defensiva” o en la “fase ofensiva” (vale repetir que en “Juego de posición” pensamos que el juego no se divide en ninguna fase, forma parte de un todo).

Para los equipos que se ordenan a través de la posesión del balón y de los pases, nada mejor que tener superioridad numérica y posicional en el centro del campo. Los que quieren llegar rápido al área rival, lo obviarán. Los que especulan y entregan iniciativa, no les importará. Pero a este Newell´s sí. Le importa y mucho.