Pedro Robledo
El origen uruguayo de No Te Va Gustar se hacía notar en la espera, las palmas del público (muy sereno, unos pocos pugnaban por el inicio) remitían al candombe. Puntualmente, a las 22, con un aire musical de suspenso, una cámara seguía el tránsito de la banda desde los camarines hasta el escenario que al ser visto en la pantalla produjo las primeras ovaciones.
Arrancaron con "Sin pena ni gloria", el tema que cuenta la historia autocrítica de un hombre en el final de sus días.
En un espacio complicado para el trabajo técnico como lo es el Metropolitano, la banda consiguió el mejor sonido posible.
La estética del show los muestra correctos, sobrios, con la música en primer plano, sin estridencias ni demagogias, lo cual los destaca y los coloca en un lugar digno dentro de la escena del rock.
"Tengo la voz castigada, pero vamos a cantar con el corazón. Es el último show de esta gira, trataremos de que sea el mejor", admitía y prometía Emiliano Brancciari, el carismático cantante de la banda.
Y así fue, con la ayuda del público recorrieron los temas de "El calor del pleno invierno", un muy buen disco editado en el 2012.
En las dos horas de concierto, hubo buen espacio para remozar versiones de temas de discos anteriores que la gente esperaba.
Los recursos y la solidez del grupo, fueron alimentando una historia artística que sin ataduras estilísticas dejaron puertas abiertas para el rock, el reggae, la balada y alguna mínima presencia de la murga y el candombe.
Una porción importante de los fans se enfervoriza, pero NTVG es un grupo para escuchar atentamente y prestar atención a las letras que muestran contenidos y mensajes. Si bien las mismas no profundizan demasiado las temáticas, proponen reflexiones acerca de las relaciones humanas y se atreven a la crítica social.
"No necesito nada" y "Pensar", provocaron el estallido y, generosamente, Brancciari cedió el micrófono a la multitud.
En un respiro, recordaron los tiempos de "Solo de noche" (1999), y su primera visita a Rosario cuando tocaron para unos cientos de personas en la Sala Lavardén. Desde esas épocas cosecharon amistades con músicos rosarinos. Presentes en el Salón, fueron saludados desde el escenario los integrantes de Cielo Razzo.
Aquel primero fue un excelente disco y la masividad posterior no les afectó ni lo prolífico ni la calidad.
Son interesantes las mezclas de varios géneros en un mismo tema, como en "Nada para ver", en donde consiguen un buen resultado combinando reggae y un ritmo muy cercano al cuarteto.
Se acercan a ritmos uruguayos solamente en "Clara", una murga que suena auténticamente rioplatense.
Llegando al final, la voz de Emiliano no puede dar más y ahí aparece la mística imbatible de los fans que cubre la carencia y también colabora el trompetista Martín Gil que pone su buena voz en "No hay dolor".
Las melodías más eficaces de NTVG se repiten en varias de las canciones, en la lírica de éstas está el valor más interesante.
En esa sintonía están los versos de "Cero a la izquierda" y "Fuera de control", dos manifiestos con los que iniciaron la retirada.
"Hasta el año que viene. Somos un grupo de amigos que andamos viajando haciendo lo que nos gusta y nos sentimos en nuestra casa", expresó el cantante, exausto y agradecido.