Nunca fue transparente ni cálido pero el mar de Mar del Plata viene atrayendo a cientos de miles de turistas cada año. No por nada, la ciudad balnearia fue bautizada “la feliz”. Sin embargo, un informe científico reveló un dato clave: debajo de las graciosas y saladas olas frías se escondería un elevado índice de contaminación. Incluso, recomendaron a los turistas no bañarse, en pleno inicio de temporada alta.

De acuerdo a lo informado por el diario Crítica de la Argentina, una investigación avalada por la Universidad de Mar del Plata dio cuenta del incremento de la contaminación de las aguas que bañan las playas más concurridas, producto del desagüe cloacal ubicado frente al Parque Camet, que arroja desechos sin el correspondiente tratamiento.

Los científicos Eduardo Vallarino y Rodolfo Elías, que integran un grupo de investigación de Bioindicadores Bentónicos del Departamento de Ciencias Marinas de esa universidad, monitorean desde 1998 –y como parte de una tesis doctoral– la contaminación del mar en esa zona. Aquel año, según sus registros, el ecosistema marino estaba dentro de los parámetros normales para una ciudad que arrojaba sus desechos muy cerca de la costa. Pero los 40 controles realizados en los últimos diez años revelaron la multiplicación del gusano boccardia, un microorganismo presente en la materia orgánica y que puede ocasionar meningitis, hepatitis e infecciones urinarias.

El conteo del boccardia es un indicador recomendado por la Unesco para estudiar el impacto de los efluentes cloacales en un medioambiente. El último chequeo, realizado en octubre, indicó que hay 700.000 por metro cuadrado en una franja costera que va desde dos kilómetros al sur del desagüe de Camet hasta cinco kilómetros hacia el norte.

Desde su blog Mares y Océanos, Vallarino y Elías advirtieron que la contaminación creció de manera tal que habría que prohibir que la gente se bañe en el mar. “En nuestro camino a la estupidez, las playas cercanas al efluente (...) tienen guardavidas. Así, locales y turistas pueden estar seguros que no morirán ahogados: morirán de alguna enfermedad contraída por sumergirse en aguas muy contaminadas”, se puede leer en el sitio.

Por su parte, el decano de la Facultad de Ciencias Exactas de esa casa de estudios, Gustavo Daleo, avaló ante ese medio que “los trabajos de investigación de Vallarino y Elías sobre los bioindicadores fue sometido a un jurado de especialistas que consideraron que las metodologías utilizadas y las conclusiones alcanzadas fueron adecuadas”.

Sin embargo, aseguró que “decir que la gente se puede morir por meterse en el agua contaminada es sólo una opinión (de los científicos) que no puedo ni avalar ni refutar”. El responsable de señalar qué impacto podrían tener en los bañitas las aguas contaminadas es responsabilidad del Instituto Nacional de Epidemiología".

Por su parte, la Unión Guardavidas de Mar también brindó su apoyo a los especialistas. La entidad repudió a “aquellos que teniendo el poder lo utilizan (...) en desmedro de la seguridad y salubridad del prójimo”.

Los científicos también aseguraron que un relevamiento sobre la presencia de la bacteria enterococo, hecho por Obras Sanitarias Mar del Plata – Batán entre 1995 y 2006, arrojó que "los valores exceden más de tres veces los niveles aceptados para aguas de uso recreacional a diez kilómetros hacia el sur del efluente". Esa franja incluiría los balnearios Playa Grande, Playa Chica, Varese, La Perla, La Bristol y Torreón del Monje.

En ese sentido, denunciaron que esa empresa municipal sabía de la presencia de esos microorganismos. También que reconoció el alto nivel de contaminación en 2006 y 2008 durante sendos congresos realizados en Turquía y Croacia.

En esa oportunidad, las conclusiones pusieron de manifiesto que los desechos vertidos en Mar del Plata sólo reciben “tratamiento primario” y que la calidad microbiana del agua demostró que “la descarga cloacal tiene impacto (negativo) en un amplio sector de la costa”. "Los niveles de bacterias (coliformes fecales, escherichia coli y enterococos) varían ampliamente dependiendo de las condiciones de viento”, señalaron.

Vallarino explicó a este medio que en los últimos estudios –datan de octubre- “notamos la multiplicación alarmante del gusano boccardia en sectores muy cercanos a la ciudad”. Y añadió que “en 2002, de 50 metros en adelante de la descarga cloacal había mejillones y otra clase de organismos vivos. Hoy, hasta los 800 metros no hay vida”.

En contra de la marea

Haciendo caso omiso de los estudios, el intendente de Mar del Plata, Gustavo Pulti, sostuvo que en los últimos años “la situación mejoró mucho”. Y, aunque destacó que “el mar está mejor que en cualquier otro momento de los últimos 20 años”, admitió que “la situación es mejorable”.

Para reforzar su postura, Pulti dijo que el Instituto Nacional de Epidemiología no registró “problemas de ningún tipo con patologías que hayan sido más intensas que en otras ciudades balnearias”.

Críticadigital consultó a Osvaldo Cotella, jefe del Departamento de Vigilancia y Clínica Epidemiológica, quien advirtió que, hasta ahora, “no hubo gente con ningún problema que se le pueda atribuir al contacto con el mar”.

Si bien reconoció que los efluentes cloacales “afectan el ecosistema marino, pero no las condiciones recreativas del agua”, Pulti insistió en relativizar la tesis de Vallarino y Elías. “Si fuese cierto, los propios marplatenses denunciarían el peligro de bañarse en nuestras playas y, que yo sepa, no hay denuncias. La gente va con sus hijos y sus padres” a disfrutar del mar, dijo.

Además, contrapuso un análisis periódico de Obras Sanitarias, basado en un software llamado virtual beach, que prevé los desplazamientos de los efluentes cloacales. “Podemos anticipar la influencia de las mareas, vientos y corrientes sobre los desechos. Cuando se detecta la probabilidad de un desplazamiento hacia la zona de recreación, reciben mucho más tratamiento”, señaló Pulti.

Por su parte, el presidente de Obras Sanitarias, Mario Delolio, aseguró a Críticadigital que “la calidad del agua cumple todos los indicadores que fija la Provincia". Según Delolio, el estudio de Vallarino y Elías “no sirven para medir la aptitud recreacional del agua”.

El funcionario admitió que “la presencia de los microorganismos están hasta los dos kilómetros (del efluente) y La Violeta, que es la primera playa, está a 2,3 kilómetros, con lo cual hay margen de seguridad suficiente para que nadie sufra ningún problema de salud”.