Es una constante del día posterior a las fiestas de Nochebuena y Fin de Año que se registren numerosos heridos y quemados por mal uso de pirotecnia, y lesionados a causa del impacto provocado por los corchos de las botellas. Y aunque en 2007 la cifra disminuyó en Rosario, siempre es útil tomar precauciones a la hora de festejar, si la intención es que la fiesta no se interrumpa en forma abrupta para salir volando al hospital más cercano.

En ese sentido, y para aportar información a los incautos que aún siguen descorchando botellas encima de sus propios rostros o de sus amigos y familiares, científicos alemanes calcularon la velocidad exacta a la que sale el corcho del champán.

Físicos de la Universidad Técnica de Clausthal consiguieron medir la velocidad con que es despedido un corcho de una botella de champán que ha sido agitada: 40 kilómetros por hora.

La fuerte velocidad no da tiempo a ponerse en resguardo, previno un portavoz de la Universidad, y quien se encuentre a tiro no podrá agacharse a tiempo después de haber escuchado el sonoro y característico ruido.

En Rosario, las fiestas de fin de siglo fueron las que registraron más accidentados por esta causa; y aunque con el transcurso de los años y la difusión de consejos útiles, la estadística muestra un número cada vez menor de heridos por corchos despedidos de las botellas, todavía siguen ingresando a los hospitales lesionados por este motivo.

En Estados Unidos, todos los espumantes tienen un cordel que une el corcho a la botella para evitar ese tipo de accidentes. Pero, en la mayoría de los países del mundo (Argentina incluida) el sistema no se ha implementado, y por esa razón sigue siendo necesaria la precaución al momento de descorchar una botella de espumante.

Los especialistas recomiendan: luego de quitar la cápsula de papel metalizado que recubre el bozal, aflojar el bozal de alambre que cubre el corcho, colocando siempre el pulgar sobre el mismo, para evitar que éste salte. Después, retirar el bozal cuidadosamente manteniendo el pulgar sobre el corcho, para evitar que, si la presión del vino de la botella es grande, éste salga despedido. Una vez completado este trámite, comenzar a aflojar el corcho, sin soltarlo.

Por si hiciera falta recordarlo, se aconseja además, procurar que la botella no apunte hacia una persona, ventana o cualquier objeto que pueda romperse o dañarse.