Maricel Bargeri

“La experiencia del teatro fue muy fuerte para mí. Encontrar a los 50 años algo que te despierte esa intensidad no es común”. Así explica Osvaldo Bazán un presente que lo tienta a iniciar–valija en mano– una gira por distintas ciudades del país para presentar su musical Y un día Nico se fue.

La apuesta, que es una adaptación de la novela homónima que el periodista rosarino escribió tiempo atrás para exorcizar una historia de amor que “terminó en 1995”, tiene referencias autobiográficas pero se estructura con el rigor de la ficción.

La obra tiene a Tomás Fonzi y Marco Antonio Caponi en los roles protagónicos, reúne en escena a una veintena de artistas más una banda en vivo, y tiene canciones originales que Ale Sergi –frontman de Miranda!– escribió para el musical; todo bajo la dirección de Ricky Pashkus

Y un día Nico se fue se presenta este sábado a las 21.30, en el teatro Broadway, San Lorenzo 1223.

Antes de la presentación, Osvaldo Bazán habló con Rosario3.com. En la charla, el periodista, escritor, autor teatral y negador confeso, avanzó sobre la obra. Habló de la respuesta que tuvo en el público la historia de amor que dos jóvenes protagonizaron en Rosario hace una veintena de años, y de cómo el amor "hétero" y "gay" tienen "particularidades" y  "semejanzas” porque, en definitiva, es eso, amor.

También recodó cómo vivió la ley de Unión Civil y contó que invitó al Papa Francisco a ver la obra: “Hasta ahora no me respondió”

—¿Cuándo decidiste que era el momento de llevar el libro al escenario?

—No lo decidí, se fue dando naturalmente. Yo ya tenía el libro escrito hace un un tiempo y, un poco casualmente, empezamos a  hablar por Twitter con Ricky Pashkus. Nos pusimos de acuerdo en que el libro daba para un musical y quedamos en que lo iba a escribir yo. Pero como no sabía cómo se hacía, él fue  muy generoso y trabajó conmigo durante dos meses. Así que el proceso fue compartido. No es que unos productores dijeron «tengo esta obra y quiero hacerla» sino que, al revés de lo que pasa siempre, primero escribimos la obra y después salimos a buscar productores.

—¿En algún momento sentiste algo parecido al pudor a la hora de llevar una historia que se leía en la intimidad al escenario?

—¿Pudor hablar de mi? ¡No hay nada que me guste más que hablar de mí!

—¿Qué sentiste una vez que estuvo terminada y la viste por primera vez?

—En realidad, como estuve en todo el proceso, desde el casting hasta los ensayos, las cosas fueron pasando a lo largo de todo ese proceso. No es que yo había escrito el libro y después de mucho tiempo fui, vi y me maravillé. Igual, la primera vez que la vi con público, estaba más pendiente del público en sí que del hecho de que la historia me había pasado a mí. Si bien tiene muchas cosas autobiográficas, muy claramente, no me parece que eso sea lo importante.

—La herida narcista estaba cerrada..

—Sí. Estuvo en el momento en que la escribí (Y un día Nico se fue; Marea, 2004), pero no ahora. Es una historia que terminó en el año ’95. Si a esta altura todavía estuviera haciendo catarsis, tendría algún problema.

—¿Fue más sencillo abordar la adaptación desde las canciones?

—No, lo que siempre supe es que me quería reír. Cuando vos te podés reír de los dolores –y no estoy hablando de algo personal, porque la obra habla de discriminación y de un montón de cosas– es que diste un paso más hacia la madurez. El lenguaje de la música es maravilloso, mucho más directo y sentimental.

—En la trama abordás prejuicios y estructuras propias de un tiempo

—Como contexto obvio. No se podía dejar de contar qué significa una historia gay. Quería hablar tanto de las particularidades como de las semejanzas, y por suerte lo conseguimos.

—¿Reescribiste algo en todo este tiempo?

—Estuve en todas la funciones, que fueron cerca de cien. Y ahí ves cosas que te parece que pueden funcionar de otra manera. Así que en este período, en que nos bajamos de Buenos Aires y comenzamos la gira, reescribí unas cuantas cosas. O sea que lo que van a ver es una versión mejorada en el texto.

—¿Y eso está relacionado con el ingreso de Marco Antonio Caponi (en reemplazo de Walter Quiroz) o con un acumulado de esa y otras situaciones?

—Con las dos cosas. El ingreso de Caponi le dio un tinte bastante diferente, simplemente porque tiene una energía distinta a la de Walter Quiroz. Pero además, cuenta ver el funcionamiento y tener más claramente por qué lado se comunica mejor con la gente. Pero la historia es la misma: comienza en la plaza Pringles, por eso hacemos ahí la conferencia. (Nota: el autor se refienre a la conferencia de prensa que tendrá lugar este miércoles al mediodía, en la plaza de Paraguay y Córdoba.)

—¿Qué expectativas tenés al mostrar la obra en el lugar donde todo pasó?

—Es muy raro todo. Primero, pensar un musical argentino. Los musicales argentinos que han sido importantes no son más de diez, y creo que Nico se inscribe entre esos diez. Es la única historia de un musical que transcurre en el interior del país y, para más datos, que se desarrolla en Rosario. Y no transcurre en la ciudad en general, sino que se cita a la plaza Pringles, al bulevar Oroño; lugares muy concretos. Hay todo un interés del grupo en hacer el tour. Me preguntan «¿y dónde queda la plaza Pringles?» o «¿dónde queda el bulevar Oroño»?. Es muy gracioso escuchar –tal como me decía un periodista de la ciudad– a Tomás Fonzi diciendo «bulevar Oroño» porque, para nosotros es una cosa cotidiana, pero no para ellos. Entonces, están todos muy interesados en conocer esos lugares. Claro que no hay que olvidar que esto es una ficción, que tiene personajes de ficción, por más que uno de ellos lleva mi nombre, y que son creados y actúan de una manera dramática. Nunca nos olvidamos de que estamos haciendo teatro pero, como algunas situaciones transcurren en la ciudad, es raro.

—En cien funciones, ¿viviste alguna situación particular? ¿Alguno de los espectadores se te acercó para expresar algún tipo de identificación?

—Y más también. Me pasaron cosas muy impresionantes en este tiempo. De las últimas que recuerdo, hay una que pasó hace unas dos semanas, a la salida del teatro. Se me acerca un muchacho de unos 30 años, que estaba con su novia, el hermano –de unos 20 años– también con su novia, y un muchacho de 40, que estaba con un amigo. Así se me presentaron. El muchacho de 30 me dice –señalándome al de 40– «él es mi hermano Martín y se le ocurrió que este domingo hagamos una salida de hermanos al teatro. Cuando llegamos, con mi otro hermano y nuestras novias. Él (Martín) nos estaba esperando en la puerta, con un amigo. Cuando nos sentamos nos dijo que tenía algo para decirnos, pero como no sabía cómo hacerlo, la obra iba a hablar por él». Cuando empiezan a ver la obra, se enteran –los hermanos de 20 y 30– que el hermano era gay, porque nunca se los había dicho. Y, cuando termina la obra, les dice que su amigo era su novio. Ellos me cuentan todo eso en la puerta del teatro, entre llorando y riendo. Y cuando yo les pregunto «¿ustedes no se habían dado cuenta?», una de las cuñadas me dice «no, yo pensaba que éste salía con minas grandes y casadas, y por eso no decía nada».  Martín me confesó que era la quinta vez venía a ver la obra y que a la tercera, se había dado cuenta que «algo tenía que hacer». Nosotros hacemos una comedia que es muy para reír, pero con algo sentimental.

El autor de Vos por qué no tenés hijos (Mondandori, 2011), reveló otras historias relacionadas con la apuesta, como la un hombre de unos “80 años” que se le acerca y lo abraza, y con lágrimas en los ojos le dice «Bazán, fui a ver su obra, pero no sé por qué la gente se ríe, porque nosotros sufrimos mucho por eso. Qué bueno que ahora se puedan reír», recupera el periodista, y se toma el tiempo para el remate de la historia: “Me dijo «qué pena que él lo perdí»”.

Las vivencias también llegaron desde el norte del país. Jujuy, particularmente. “Un chico me dijo que había venido desde allá para ver la obra. Me contó que había leído el libro, que le había hecho muy bien y que había empezado a vivir de otra manera desde entonces. Y que por eso quería ver la obra. Esas cosas me pasan, y es muy fuerte”, desandó Bazán.

—¿Cómo pensás que pueden recibir la obra los bastiones conservadores que están repartidos en algunos de los lugares que visita la futura gira?

—No tengo más esa visión de que «hay bastiones conservadores o reaccionarios». Pienso así, sobre todo, después de haber visto, durante la discusión de la ley (de Unión Civil), que los que no querían que saliera decían «vamos a ir a esos lugares, ahí donde seguramente vamos a ganar».Y, cuando llegaron ahí, se encontraron con una resistencia muy fuerte. Y los chicos gay y no gay, salieron a la calle. Creo que el cambio es notable en los últimos años y que, así como hay reaccionarios también en Capital Federal, los hay en todas partes, pero no se trata de bastiones. Creo que el hecho de que haya mucha gente que haya salido del closet en el último tiempo ha contribuido al cambio. Hay un punto en que decís «esto se vive así porque yo soy libre, si vos no lo querés ver es tu problema». Soy un negador en la vida.

Bazán amplió su mirada desde los hechos cotidianos: "Pasa que tenemos la ley, pero todavía vivimos como si no la tuviéramos «Ay, no sé si darte un beso en la calle o darte la mano». Viví libre y las cosas después se dan. Hay que actuar como que eso no es un impedimento. Cuando estrenamos la obra en La Usina, que está en un barrio, en Villa Urquiza, lejos del centro, nos pasaba que la gente que venía al teatro, no era un público tradicional de sala o que estaba interesado en la temática. Era un público que pasaba por la puerta del teatro y veía un cartel con la cara de tomás Fonzi y decía «bueno, ya que estamos a dos cuadras, vamos». Y había mucha gente muy grande y que jamás imaginarías que iba a aplaudir de pie una comedia con temática gay. Y eso es lo que está pasando. Si yo creyera que vivo en un país reaccionario, me hubiera ido".

—De ser así no tendríamos ni ley de Identidad de Género ni de Unión Civil

—Y eso no es sólo en Capital Federal. Te digo que he viajado y he visitado muchos países. En todo caso, nos vamos a divertir en buena parte del interior de país

—¿Cómo recordás el tratamiento de la ley de Unión Civil?

—Fueron los días más locos. Algo que me pasó, que fue rarísimo y no creo que vuelva a ocurrir, es que una mañana me levanté muy temprano para ir a la radio. Me había acostado a las12 de la noche, después de haber visto el primer debate en Diputados. No sabía cómo había salido la discusión y vi un montón de mensajes que decían que el Congreso había usado mi libro Historia de la homosexualidad en Argentina (Marea, 2004 y 2010) Entonce busco en YouTube la sesión y me entero que (Agustín) Rossi, el jefe de la bancada oficialista en Diputados, había cerrado con el epílogo. Y te imaginarás que un trabajo periodístico en el que vos habías trabajado, que se editó algunos años atrás, de golpe, que se pusiera en juego en un momento tan importante y en el Congreso de la Nación. Y, yo no espero más de mi profesión. Esos días de debate que siguieron fueron muy intensos. Se debatió eso de lo que nunca se había hablado. Y ahora, después de tanto tiempo, se ve que todos esos argumentos en contra no se cumplieron. Decían que nos íbamos a quedar sin familia, que este era «un plan del Diablo».Eso lo dijo (Mario) Bergoglio, nuestro Papa Francisco. No pasó nada de eso. Fueron unos días en que fuimos mejores, en que discutimos y pudimos ponernos de acuerdo. Esos día fueron maravillosos.

—¿Te gustaría que el Papa vea la obra?

—Yo lo invité. Por Twitter. Me gustaría que venga porque no va a ser el único hombre con polleras, así que, se va a sentir cómodo. Pero hasta ahora no me respondió.

—¿Qué hay detrás de buscar actores lindos para "Nico" y "Osvaldo"?

—¿Y vos qué hubieras hecho (risas)? Son todos lindos pero, lo principal, es que son todos buenos. El casting fue de 1.600 personas y cuando llegamos a los 60, quedaron 30 que eran muy buenos. Y había 20 que eran geniales y pudimos quedarnos con los 13 mejores. Yo sé que no soy humilde y que mi trabajo está bien. Pero con el trabajo mío no alcanza. Acá hay un equipo. Está Ricky (Pashkus), está Ale (Sergi) con las canciones, como fundamentales, y después un elenco que es un dream team.