“Un viento loco sigue silbando”, cantaba Pablo Guyot, de GIT. Esta vez, la “víctima” de la ventisca traviesa fue Antonella Rocuzzo, la esposa de Lionel Messi. Un misterioso soplo marítimo levantó su camisola y dejó la cola al descubierto.
El destape involuntario ocurrió cuando la pareja ingresaba a un renombrado restaurante de Capri, Italia, una de las paradas elegidas para vacacionar por los rosarinos.
Este viento traicionero –tal como le ocurrió a Laura Pausini– tuvo una cámara indiscreta que capturó el instante. La foto fue publicada por el sitio estadounidense TMZ y, desde allí, se replicó en otros medios internacionales.
Y si, así estamos, “como el traste”.