Paula tenía previsto ir a Buenos Aires en un micro que salía a las nueve de la mañana de un domingo. Pero el viaje empezó media hora más tarde de lo planeado y llegó a destino incluso más tarde. Cristina y Alberto debían llegar desde Buenos Aires a la Terminal de Rosario a las nueve de la noche, pero lo hicieron –muy enojados– media hora después. Una semana después, Virginia tuvo demoras en el mismo trayecto, tanto de ida como de vuelta. Notó además que el "directo" que había tomado hacía muchas paradas no anticipadas.